Seguro que has hecho muchos caminos y recorridos en la vida, amigo lector. Los hay famosos: el Camino de Santiago, la subida al monte Carmelo, la escalada al Veleta en la sierra granadina, la marcha de la soledad en silencio, ese senderismo que te hace topar con el Roque Nublo en Gran Canaria, el paseo por los lagos de Covadonga…Pero también hay caminos más humildes, sencillos y cotidianos, que seguro has recorrido: camino del hospital a visitar al abuelo, o a casa de la abuela; camino a la facultad, para hacer un examen o a la oficina a completar la jornada; camino a la plaza, para echar una tarde de paseo con los amigos; camino al parque, con la familia; camino al cementerio, a volver a decir: te quiero; camino al templo a celebrar, rezar, adorar, cantar…
En verdad, pensándolo despacio, una vez más, descubrimos que somos PEREGRINOS. Y el secreto para ser un buen peregrino consiste en no correr demasiado, deseando llegar pronto a la meta, sin saber para qué llegar tan rápido. Frenar la tentación de correr, de apretar el paso, de darle alas al estrés, mientras voy de camino… pienso que es algo, más que de inteligencia emocional, yo diría que es de inteligencia vital, que supone no perderme la riqueza de CUALQUIER CAMINO. ¿Qué riqueza?: saborear la brisa suave que acaricia tu piel, contemplar la belleza del entorno, serenar el alma al encuentro que está por llegar, recuperar los poros vitales para empaparme de todo a mi llegada, gozar del que va contigo en la misma dirección y acompasar en cuerpo y alma tus pasos, poder dialogar sin protocolos, escuchar los sonidos de la vida y las quejas del alma, asfixiada por las prisas… Y existe una verdadera fortuna, más que riqueza, al ir aprendiendo a caminar de esta manera: NO ESTÁS SOLO. Solo se queda quien no sabe escuchar, acompañar, comprender. Se queda solo el que corre a su ritmo, sin importarle nadie, nada mas que su éxito y su tiempo. Solo en el camino se queda quien no acaba de entender que las razones del sufrimiento de otro nada tienen que ver con la lógica y la veracidad de los hechos.
Hoy y siempre, es un buen momento para caminar. Y mientras caminamos, aprender del camino. Sí, es cierto que hay caminos que provocan distancia y hay ausencias que provocan silencios: QUE LA DISTANCIA NO TE HAGA OLVIDAR QUE TE QUIERO Y QUE MI SILENCIO NO TE HAGA PENSAR QUE ME OLVIDÉ DE TI. ¡BUEN CAMINO!
Bendito Camino de Santiago… y todos los Caminos