Este es el Domingo de la Luz misionera. Esa luz necesita atletas que con ella recorran el mundo para iluminarlo… porque todavía hay mucha oscuridad… incluso entre nosotros. La liturgia nos invita a dar tres pasos: 1) En las tinieblas aparece una gran luz; 2) Jesús-Luz y su comunidad iluminada; 3) Iglesia: luna que refleja el Sol.
- En las tinieblas aparece una gran luz (Isaías)
¡Galilea de los gentiles! He ahí la expresión peyorativa que estaba en boca de no pocos en tiempos de Jesús. Los del sur (Judea, Jerusalén) se consideraban habitantes de la luz. En cambio, a los del Norte (Galilea, Zabulón, Neftalí) los consideraban habitantes de las tinieblas.
A pesar de todo, el profeta Isaías les anuncia una excelente noticia: ¡que les brillará una luz grande, se quebrará la vara del opresor y se verán libres del yugo que los oprime.
En este contexto, los buenos israelitas, solían cantar el salmo 26: “El Señor es mi luz y mi salvación, el Señor es la defensa de mi vida… ¿A quién temeré?, ¿quién me hará temblar?” “Aunque camine por cañadas oscuras, de muerte, nada temo, porque tú vas conmigo”.
- Jesús luz, y su comunidad iluminada
Resulta que el lugar designado por Isaías como tierra de tinieblas, el territorio de Zabulón y Neftalí, es el lugar escogido por Jesús para mostrarse. Él es la Gran Luz. Allí inicia su ministerio… allí comienza el largo amanecer del Reino de Dios.
Y la Luz de Jesús comenzó a prender en otros: Andrés y su hermano Pedro, Santiago y de su hermano Juan. Jesús los eligió para que fueran “testigos de la luz”. Y emprendieron su camino misionero como pescadores de hombres.
No se ilumina el mundo cuando nosotros lo intentamos, sino cuando en nosotros se refleja la Luz de Dios, el Sol que es Jesús. En nosotros se hace verdad el “misterio de la Luna”
- Iglesia: luna que refleja al Sol
Pablo rechazó cualquier tipo de fanatismo en torno a su persona para no volver ineficaz la cruz de Cristo.
¡Qué buena advertencia para quienes se anteponen a los demás para brillar como “estrellas”! Unos de Apolo, otros de Pablo, unos de Benedicto, otros de Francisco… Seguir a estrellas divide la comunidad. Somos constelación, comunidad de lunas sin luz propia. Sólo uno es el Sol, la Luz de las Gentes
Y esta Luz tiene que ser llevada a todo el mundo. La misión es como construir un gran cableado, una gran red, para que la Luz que llegue hasta los últimos rincones de la tierra y nadie quede a oscuras.
Conclusión
«¡Luz, más luz! «¡Mehr Licht!)» fueron las últimas palabras de Goethe poco antes de morir el 22 de marzo de 1832, según contó su médico Carl Vogel. Morimos cuando no tenemos luz, cuando todo se hace oscuridad a nuestro alrededor. Por algo, comenzó Dios la Creación diciendo: “¡Hágase la Luz!”.
Dios sigue dirigiendo su palabra imperativa: ¡Hágase la Luz! Y cuando María dijo “Fiat” (hágase), dio a luz. Ante Jesús, Luz del mundo, toda tiniebla desaparece: los ciegos recuperan la vista. Los guías ciegos se transforman en videntes y transformadores