EL NUEVO CARDENAL BOCOS

0
1722

Angelita Velasco Rey es agustina misionera y está profundamente marcada por el servicio a su congregación. Ha sido formadora de la congregación, superiora general y, ahora, superiora provincial de una de las provincias que la la Congregación tiene en Europa. Durante su vida se ha «tropezado» con frecuencia con Aquilino. Se han escuchado y compartido esperanzas, han hablado, con frecuencia, del sentido de la vida y la necesidad de tomar decisiones, en la vida religiosa, para que ésta, siempre, tenga vida.

CON AFECTO Y GRATITUD

Mucho se ha dicho y quizás se seguirá diciendo sobre el P. Aquilino Bocos con motivo de su nombramiento como Arzobispo titular y Cardenal de la Iglesia por el papa Francisco, si bien es cierto que seguirá siendo insuficiente todo lo que digamos, porque el P. Aquilino ha dedicado su vida, sin descanso y generosamente, al servicio de la Iglesia y de forma especial de la Vida Consagrada, de la que ha sido un gran estudioso y apasionado.

Desde los numerosos e importantes servicios que ha prestado a su Congregación, a la Vida Religiosa, a la Iglesia española y universal, ha sabido compartir su sabiduría con todos, como uno más y como el que sirve, marcando siempre, con libertad y amor, una trayectoria de coherente respuesta a la Iglesia y a la voluntad de Dios en sintonía con los signos de los tiempos.

Aunque soy de un pueblo de Valladolid cercano al del P. Aquilino, le conocí siendo ya religiosa, dedicada a tareas de educación y formación en mi Congregación de Agustinas Misioneras. El P. Aquilino con sus muchas reflexiones, escritos, libros, cursos, conferencias, trabajos y diferentes servicios, ha iluminado siempre el caminar de los religiosos, su vida y su misión y creo que sus aportes han llevado el sello de la búsqueda auténtica, profunda, responsable, creyente, esperanzada y comprometida. Siempre he percibido al P. Aquilino muy identificado, como una persona feliz, sencillo pero muy profundo, viviendo con alegría su vocación de Misionero Claretiano y a la vez muy abierto y universal, dispuesto a caminar en comunión con otros hermanos, con otras congregaciones, compartiendo los diferentes carismas y, desde su sabiduría y rica experiencia, ha sabido acompañar procesos de renovación que conllevan grandes cambios, nada fáciles de asumir y llevar a cabo adecuadamente.

Me detengo en este aspecto, ya que el P. Aquilino ha colaborado con las Agustinas Misioneras desde hace muchos años y en diferentes ocasiones con temas formativos, de gobierno, en capítulos, etc. pero quiero destacar la especial colaboración y acompañamiento que el P. Aquilino viene ofreciendo a nuestra Congregación a lo largo de estos últimos cinco años, desde que en nuestro XXI Capítulo General, celebrado en octubre de 2013, se decidiera “Iniciar el proceso de reestructuración en la Congregación para revitalizar nuestra vida interior, la comunión fraterna vivida en comunidad y la misión”.

El Gobierno General, con gran acierto, solicitó la asesoría del P. Aquilino, que generosamente aceptó acompañarnos y orientar este proceso desde el inicio, colaborando con el Gobierno General en el diseño del proyecto a llevar a cabo a lo largo del sexenio y participando activamente en los trabajos encomendados a la comisión permanente nombrada para este fin, que ha tenido encuentros anuales para evaluar cada etapa vivida y planificar la siguiente.

Puedo decir en verdad, que estoy totalmente de acuerdo con tantas cosas buenas y bellas que se están diciendo del P. Aquilino en los diferentes medios de comunicación. Hago esta afirmación respaldada también por mis hermanas, las Agustinas Misioneras que más conocen al P. Aquilino. Realmente, le hemos conocido como un hombre grande, sencillo, de gran paz, y muy de Dios, creador de vínculos de amistad, comunión y esperanza con cuantos hemos tenido la suerte de entrar en contacto con él.

Sobre todo en estos años de acompañamiento especial en lo referente al proceso de Reestructuración de nuestra Congregación, hemos podido admirar en él, el respeto profundo que tiene por cada persona, su actitud paciente y pacificadora, esperanzada y creativa a la hora de la búsqueda y el discernimiento. Nada de darnos las cosas hechas, sino que trabaja y nos acompaña a un nivel de igualdad, formando parte del círculo de todas las participantes en los trabajos, ayudando a concentrar las energías en lo esencial, motivando y reorientando la marcha, presentando desafíos, mostrando horizontes para impulsar la calidad de vida evangélica y un mejor servicio misionero… con la sabiduría, humildad, alegría y sencillez de aquellos que, guiados por el Espíritu, intentan vivir, en el día a día, el espíritu de las Bienaventuranzas y reavivar el don del carisma recibido.

Es por esto y mucho más, que la presencia, ayuda y testimonio del P. Aquilino nos hace sentir una gran confianza en que el Señor de la Vida seguirá mostrándonos los caminos a recorrer, porque a lo largo de nuestro viaje nos envía mensajeros de paz y esperanza, que de la mano de María, a quien el P. Aquilino se ve que ama profundamente, nos ayudarán a descubrir y llevar a cabo lo que Él nos diga.

Con profundo afecto y gratitud, en nombre de todas las hermanas Agustinas Misioneras, FELICITO al P. Aquilino, deseándole que el Espíritu del Señor le siga acompañando e iluminando en su nuevo ministerio como Arzobispo y Cardenal de la Iglesia.