Disfrutando del disfrute

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A veces la Cuaresma nos aparece como un tiempo con tintes de esfuerzo prometeico, de cierta oscuridad sacrificial. Es cierto que es el momento de lo esencial, de la vuelta a lo único necesario que nos evita los lastres que vamos tomando voluntariamente, casi sin querer.

Pero esta esencia de simplicidad es luminosa y, lo más importante, de disfrute. La Transfiguración nos lo muestra claramente: experiencia (no sólo saber) de una resurrección anticipada. Blancura que todo lo envuelve y que nace de las palabras que unifican y que recuerdan toda la historia de la salvación común. Elías y Moisés: los profetas que nos recuerdan que Dios sigue presente en los frágiles y el gran libertador que nos trae a la memoria vital que el Señor inicia su camino con nosotros sacándonos de la esclavitud.

Y todo ello en la paz generosa de un encuentro sin prisas, disfrutado plenamente, como esos que se nos regalan a nosotros de cuando en cuando en torno a un café o en un paseo. Encuentro esencial que solo necesita de tres tiendas construidas con generosidad, como la que plantó el Verbo cuando vino a nosotros, y no grandes artificios o edificios porque sabemos (aunque no lo creamos creer) que son hogar fugaz porque hay que bajar de la montaña.

Momento hermoso de retazos resucitados en diálogo comunitario y voz del Padre que nos habla de prelidección amorosa. Cuaresma.

1 COMENTARIO

  1. No se que decir, me llega al corazón tu reflexión y de verdad que es un tiempo que más que hacer mucha penitencia-que va bien hacer algo- lo importante es estár con Él aunque luego balejem
    os a la vida diaria que es donde debemos demostrar esa tranfiguración que solo Dios nos da.

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