En la época moderna, debemos a Pascal la profundización en el lugar del corazón. Se establece una distinción entre “razón demostrativa” y “comprensión intuitiva”, entre “espíritu de geometría” y “espíritu de delicadeza”. La comprensión intuitiva es aquella típica del corazón, colocado como núcleo vital de lo que somos, pues él es superior a la razón en la capacidad de cosechar e interpretar el avasallador enigma que es existir. Por eso, Blaise Pascal acuñará la máxima: “el corazón tiene razones que la razón desconoce”. El espíritu de finura se funda en el corazón. Su mirada es aquella que sonda no con los ojos de la carne, sino con los ojos del alma y del corazón. Por eso, es capaz de ver sin necesidad de mirar; es capaz de intuir, de presentir, de evaluar su objeto en un solo vistazo, pero de un modo empático e integral. Y lo realiza sin pasar por el raciocinio discursivo. Así, no es extraño que Pascal describa también el corazón como el órgano de la fe, que el filósofo explica con esta fórmula: la fe ocurre cuando Dios se vuelve sensible al corazón, aunque no necesariamente a la razón.
¿DE QUÉ LADO ESTÁ TU CORAZÓN?
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