¿De qué amor me hablas?

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Amar es saber dejar pasar la luz. Amar es mirar, despacio, al otro. Contemplar. Caminar. Vivir junto a… Padecer. Gozar. Olvidarse de uno mismo. Poner al otro en tu centro.
No hace mucho tiempo, al más pequeño de mis hermanos de Comunidad, le escuché una respuesta a la atrevida pregunta: ¿dónde está Dios?: en la calle, en los pobres, dentro de uno mismo. Eso respondió, a esa gran pregunta. Quien no ama a su hermano y se ama así mismo, no ama a Dios. Y cuántos atajos tiene el amor al hermano, como excusa para terminar amándose uno así mismo. En la Semana Santa se diseña el mapa del amor.
Esta última Pascua la he vivido desde la Contemplación. Y en el Triduo Pascual se encierra la esencia del amor. Te topas con el misterio del Amor Fraterno (Jueves Santo), dando paso al Amor hasta el Extremo (Viernes Santo) y llegas al Amor que merece la Vida (Resurrección).
Ante este mapa tan completo sobre el amor, vivido en la persona de Jesús, me preguntaba lo que tanta gente se pregunta en las calles y en las plazas; en el campo y en la montaña; en tierra y en mar… cuando suceden ciertos acontecimientos: ¿por qué habrá hecho Dios esto así? La única respuesta: Por Amor. En verdad, Dios nos regala toda una vida para entender esta respuesta.
Hay otra pregunta, que muchos se atreven a hacerse. ¿Cuándo mi amor es como el de Jesús? ¿Cuándo amo como Dios quiere que ame.? También para esto hay respuesta: .-Primero: Cuando soy capaz de amar GRATUITAMENTE. No amar para que me amen. No dar para recibir. No esperar a que me reconozcan lo que hago. Amar por amor. Sólo por amor. No por interés. Segundo: amar, envolviendo al amor en su esencia más pura: LA TERNURA. Eso significa amar respetando siempre. Acompañando siempre. Acudiendo siempre. Sabiendo estar ahí, justo en el momento preciso. Sin exigencias. Sin sobresaltos. Tercero: Un amor VALIENTE. Un amor que arriesga. Que tiene como posibilidad perder. Sufrir. Morir. Abandonar las esferas de confort. Y por último: un amor ABIERTO A TODOS. Al que agrada y al que desagrada. Al que es fácil amar y al que cuesta la misma vida. Un amor al diferente, al que se siente extranjero en una que no es su tierra. Ni puede comunicarse en su lengua. Amar al otro, sea quien sea, porque es tierra sagrada de Dios

Un amor así, sí merece llamarse AMOR.

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