Pero esta tontería que apenas me va a durar el fin de semana (como buena “trabajadora autónoma”… estoy convencida de que el lunes estoy “al pie del cañón”) es una medicina sanísima para hacerme “mascar” la fragilidad humana y su limitación. Un remedio estupendo para ponerme en la piel de quienes, por muchos motivos, tienen que aprender a vivir la pérdida de sus propias capacidades y hacer mía la impotencia de quienes de forma permanente (y no pasajera, como yo) no tienen voz en este mundo. Un recurso estupendo para recordarme que ya tenemos un Salvador… y el mundo va a seguir adelante conmigo o sin mí. Estupendo ponerse enferma de vez en cuando ¿verdad?