Una vida religiosa «Reino-referencial»
Muchas más palabras, celebraciones y experiencias se fueron desgranando en estos días de Congreso. Muchos miedos pero, sobre todo, muchas esperanzas de que algo ya está naciendo, de que la Iglesia en salida ya es una realidad y de que sigue siendo un tiempo privilegiado de conversión y de sanción de las propias heridas. Tiempo de dejarse curar pero sin olvidar de aquellos que en los caminos siguen esperando el aceite del consuelo y el vino de la esperanza que la vida religiosa tan bien sabe administrar.
Momentos en los que hay de dejar de ser autoreferenciales para convertirnos en Reino-referenciales. Tiempo, en resumen, de Espíritu que anuncia sepulcros abiertos y nuevos caminos de vida consagrada que son esencialmente comunitarios y, por tanto, místicos y proféticos. Riqueza de un continente que sigue buscando Evangelio.
Dos testigos de excepción
Dos personas que entregaron su tiempo y su ser durante años a la CLAR: la presidenta Mercedes Casas, y el secretario Gabriel Naranjo. En estos días posteriores al congreso hay elecciones y puede que se cierre un ciclo, por ello les quisimos preguntar que significa para ellos este encuentro de la CLAR.
Mercedes nos dice: “Este congreso supone para mi una gracia de Dios muy grande e mi vida personal como consagrada. Supone un espacio de mucha esperanza, desde la misma preparación anterior hasta hoy. Ha sido como una continua oración al Espíritu para que acontezca el Espíritu. Este congreso puede ser una parte muy importante para ir encontrando las llamadas del Espíritu . En mi persona es un espacio de gracia y creo que me renueva y me confirma en la belleza de nuestra vocación y en el anhelo de responder al Espíritu en los lugares en los que la vida clama, donde de veras se precisa más presencia y acompañamiento. Creo que nos toca mas que nunca acompañar, más que enseñar u organizar grandes cosas. Nos toca acompañar procesos en los que ya se dan dinamismos de vida y también acompar procesos donde hay dinamismos de muerte pero acompañándolos desde la vida, a salir, a resucitar, en esta libertad del Espíritu, como nos dice el icono de Betania y la resurrección de Lázaro que hemos orado y reflexionado durante estos tres días de Congreso. La CLAR me ha marcado la vida y me compromte desde mi congregación y carisma en todo el caminar de la vida religiosa, no solo desde América Latina y el Caribe, sino desde el mundo entero”.
Gabriel Naranjo, por su parte, afirma: “Este Congreso es un alto en el camino, una oportunidad para otear el horizonte, en el sentido de un proceso de búsqueda, de incertidumbre y de mucha sombra sin que hubiésemos perdido la luz. Todo ello anuncia un nuevo amanecer. Siento que se están cruzando los caminos en una altura tal que nos proporciona ver el horizonte de una vida consagrada realmente nueva y renovada. Y se manifiesta en la presencia de los carismas congregacionales en los laicos, en la intercongregacionalidad, en el protagonismo de las nuevas generaciones y en la centralidad de la Palabra”.
Pues ojalá que la CLAR y toda vida consagrada siga dando frutos de resurrección y desatando vendas de muerte para que todos podamos andar.