[Misa Vespertina de la Vigilia de Navidad]
“Hoy sabréis que el Señor vendrá y nos salvará: mañana veréis la gloria del Señor”: Hoy no lo ves, porque Jesús todavía no ha nacido, pero ya sabes que mañana va a nacer.
Hoy todavía no lo ves, pero ya sabes que llega tu justicia, que se acerca tu salvación, que está amaneciendo tu gloria, pues está cerca el esposo, está cerca el Señor, mañana verás a Jesús.
Iglesia amada de Dios, humanidad añorada de Dios, pueblo que él se ha escogido, pueblo de los descartados, pueblo de los excluidos, pueblo de los nadie, pueblo de los condenados a muerte porque no son rentables para nuestros intereses, escucha las palabras del profeta, escúchalas como si de una anunciación para ti se tratase: “Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»… A ti te llamarán «Mi predilecta», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti y tu tierra tendrá marido”.
El profeta anuncia una boda: “Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó”, así se casará contigo tu creador.
Y del anuncio de boda es inseparable la alegría del encuentro, del abrazo, entre el esposo y la esposa: “La alegría que encuentro el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo”.
Pero no habrá boda sin ti; no habrá alegría sin tu fe; nada veremos mañana si no pronunciamos hoy nuestro “hágase”, nuestro “sí” a la alianza nupcial.
El Señor ha hecho su declaración de alianza eterna con la humanidad; ahora eres tú la que, en nombre de todos, has de manifestar tu consentimiento, has de aceptar esa alianza, has de dar tu palabra de amor. No temas, virgen Iglesia, no temas esa confesión, ese encuentro, ese abrazo, ese amor. No temas, y lleva contigo a tu Navidad a los que nunca han conocido el amor con que Dios los visita. No temas, y lleva contigo a tus pobres. No temas y cree, por ti y por ellos: mañana “se revelará la gloria del Señor y todos verán la salvación de nuestro Dios”.
Cree, espera y ama, y con todos los amados de Dios cantarás eternamente las misericordias del Señor.
Cree, espera y ama, y ese será tu modo de decir “sí”, en nombre de todos, al abrazo nupcial de Dios.
Cree, espera y ama, y todo en ti estará diciendo: “Ven, Señor Jesús”. “El Espíritu y la esposa dicen: « ¡Ven!»”.
Que tu fe, Iglesia en adviento, haga verdadera la Navidad para tus hijos, para los pobres: “Hoy sabréis que el Señor vendrá y nos salvará: mañana veréis la gloria del Señor”.
Feliz encuentro, feliz abrazo, feliz Navidad.