Ruth Guerrero Muñoz
De todos es conocida esa frase sobre “la labor callada de la Iglesia”. En muchos, en numerosos casos, se refiere a la vida de las congregaciones religiosas insertas en lugares de misión, fronterizos, en las periferias de nuestra vida diaria.
Esta labor callada, pequeña como grano de mostaza, escondida en la masa humana a la que ayuda a fermentar, se origina en un primer Encuentro. En una decisión vital que alguien toma para seguir el impulso que Otro ha puesto en su corazón.
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