CLAUSURA DE LA SEMANA DE VIDA RELIGIOSA

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La casa, comunidad-morada-misión resuena en nosotros desde muchas perspectivas. Todos llegamos aquí formando parte de una casa: la semana no nos ha provocado la pérdida de identidad… pero todos nos vamos con algunas convicciones:

1.      Hay que abrir la casa
2.      El miedo no guarda la casa, la consume
3.      Nuestra casa crece en el contraste, en el diálogo, en la pluralidad
4.      Aunque llevamos muchos años en ella, todavía no conocemos nuestra casa… hay sorpresas que aquí nos han motivado para buscar y descubrir
5.      Somos casa de todos y para todos… Vienen tiempos, ya están aquí, en los que nuestro ser religiosos, en realidad es ser interreligiosos, interrelacionados, interconectados, interculturales.
6.      La vida consagrada es una posibilidad de casa abierta y dispuesta, para nuestra cultura de opulencia y bienestar… La casa comunidad-morada-misión, ante todo, nos ha abierto los ojos… Como el joven Bartimeo (también los consagrados somos jóvenes…) le hemos gritado al Señor: “Ten compasión de mí…”. Él se acercó a nosotros y nos dijo… ¿qué quieres que haga por ti?… Hemos respondido: “que vea…” Y hemos visto que vivimos con hermanos o hermanas que tienen historia y una historia preciosa; hemos visto que nuestra pluralidad, que nos hacía sufrir, es una posibilidad…; hemos visto que tener muchos años… no invita a cruzar los brazos sino a abrirlos y dar más amor…
7.      Hemos visto, en fin, que Él acompaña este tiempo de incertidumbre, para que aprendamos a salir a la novedad… a la providencia, a la fe… que es creer sin ver.
LA CLAUSURA EN FOTOGRAFÍAS…

Mons. Santiago Agrelo, durante su ponencia: El sueño de Dios: hacer de la tierra  la casa (oikos)  de  todos

La mesa de clausura:

Algunos momentos de la celebración de la Eucaristía: presentación de la Palabra y Ofrenda intercultural