CAPÍTULOS RELIGIOSOS PARA UNA NUEVA FASE: “EL CAMBIO EXISTE Y ES POSIBLE”

0
2162

(Ofic. Informac. claretianos.es). ‘Celebrar Capítulos para la vida y no para los proyectos’, era hace un año una idea que comenzó a fraguarse en animadas conversaciones entre los misioneros José Cristo Rey García Paredes y Luis A. Gonzalo Díez. La fase más dura del confinamiento provocado por el coronavirus, cuando toda España estaba encerrada en su casa propició un interrogante que es una urgente necesidad entre los consagrados: ¿qué sucede cuando todo se interrumpe y se nos exige recomenzar? La pregunta abarca mucho más que este tiempo de pandemia, pues para estos expertos en la vida religiosa “nuestra peculiar forma de vida ha entrado ya en tiempo de descuento y como no seamos capaces de aprovecharlo habrá comunidades o institutos enteros que comiencen a desaparecer. Urge por tanto una reacción”. La respuesta pasa obligadamente por adquirir las destrezas necesarias para hacer contemporáneo el carisma sobre el que se asienta cada Congregación, “la causa por la que luchar como Congregación”, afirman los claretianos. “Y este nuevo comienzo se habrá de expresar en nuestros Capítulos Generales, Provinciales o Locales pues son para nosotros aquellos momentos en los que discernimos por dónde nos quiere llevar el Espíritu”, completan. “Necesitamos Capítulos para una nueva fase”.

Materializar esta idea, -ya hondamente trabajada desde la Revista Vida Religiosa y el Instituto Teológico de Vida Religiosa y la Escuela Regina Apostolorum (ITVR-ERA)- y ofrecerla como ayuda a la vida consagrada de nuestro tiempo desembocó en un cuadernillo monográfico en la publicación, que ayer, 4 de marzo fue presentada, y, casi simultáneamente en una asignatura opcional en el centro universitario, ofrecida por lo autores del texto y abierta además a todo aquel que quiera inscribirse de forma online. “Ya van más de 170 gobiernos apuntados”, informan desde el Instituto y la Escuela. “El cambio existe, y el cambio es posible” matiza el P. Luis A. Gonzalo Díez. Ayer, por tanto, tuvo lugar la puesta de largo de un ambicioso y urgente proyecto que desde las aulas del ITVR convocó presencialmente a los alumnos inscritos y a más de 300 asistentes de forma telemática.

 ¿Cómo plantear un nuevo Capítulo?

El desarrollo de la presentación comenzó con una breve introducción del P. José Cristo Rey García Paredes, “un mapa que nos permita saber a dónde nos debemos dirigir”. Para ello interpeló a los asistentes preguntando por las máximas de esta gran preocupación: “¿Cómo plantear un nuevo Capítulo? ¿Cómo llenarlo de sueños y buscar los diseños para llevarlos a cabo? ¿Cómo provocar el anhelo del mar para que la vida religiosa comience a navegar? Quizá la cuestión pase primero por meter en el alma de todos nosotros el ansia del mar”. A continuación, el profesor concedió que un Capítulo debe, sobre todo “saber acoger el porvenir, lo inesperado” pero lamentaba ver cómo esta apertura podría ser ahogada “si la sepultáramos bajo una montaña de proyectos”.

“Es el momento de la sagacidad”, exhortaba García Paredes. “Hay momentos como este, que no es una época de cambios, sino un cambio de época, en que la necesitamos”. Y para hallar este recurso es necesario buscar entre las “minorías creativas” y “un liderazgo diferente al que desde hace años hemos venido pidiendo”. “No puede ser que el mismo liderazgo de ayer lo estemos necesitando hoy. Ahora precisamos una autoridad moral distinta, inclusiva, colaborativa y estratégica”.

El religioso apremiaba a “no repetir los lenguajes de siempre, pues hoy tenemos otras sensibilidades. Hay que redescubrir una nueva ritualidad, que no es solo es liturgia, es forma de vida. Necesitamos que nuestros institutos no vivan como si no lo fueran”.

La normalidad que ha provocado esto

Por su parte, el director de la Revista Vida Religiosa, el P. Díez, comenzó citando a Fernando Valladares: “Hay quienes nos dicen que volveremos a la antigua normalidad. Pues yo no quiero la normalidad que ha provocado esto”. Y es que para el claretiano, “la pandemia solo ha puesto luz en el presente que habíamos prorrogado durante años”.

Más crítico aún, continuaba señalando las causas de esta prórroga: una vida consagrada que adolece de fuerza en sus relaciones, que ha caído en la tentación del híper-cuidado -“porque es mucho trabajo el que nos aguarda”- y, por último, que es considerada por la sociedad y por sí misma, «población de riesgo». Un diagnóstico de estas enfermedades del Espíritu encontraría su analogía física en la miopía “con la que se nos emborrona la misión” o, más trágicamente, en la huida a la nada, “en hacer lo de siempre para conformarnos”.

“Lo que hace falta entonces es un contagio de disponibilidad para cambiar”. Una novedad que debe venir de los Capítulos, “que no se abren y se cierran en un momento puntual, sino que son llamados a convertirse en vida. Y esa vida, en un nuevo clima”. De tal manera, ¿qué se le puede pedir a un proceso capitular? “En primer lugar, que crea que el cambio es posible”, contestó. Al mismo tiempo, es necesario “saber releer la historia como novedad, y recrear la espiritualidad de la inclusión y el encuentro”.

Para finalizar, una parábola y un icono. La parábola escogida fue un pequeño texto del religioso dominico P. Duka, hoy cardenal. El fraile escribió hace años en la Revista Vida Religiosa un precioso texto que relataba la vuelta de la comunidad dominicana a la antigua Checoslovaquia tras cuarenta años de forzoso exilio. “Estaba todo igual que lo dejamos, pero lleno de polvo”, escribió el P. Duka. Y de aquello se sirvió Luis A. Gonzalo Díez para interpelar con una pregunta: “¿Querríamos ver dentro de unos años una vida religiosa que sigue cubierta de polvo? ”El icono fue el del artista serbio Nikola Saric, donde se mostraba que “los gestos de mayor novedad son y siguen siendo, los de Jesucristo”.