Cáncer: ¿vida o muerte?

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Cuando la semana pasada entré en el cuarto de Ilde, su sonrisa, su mirada serena y sus mejillas rosadas me saludaron como si de un ejército se tratara. El combinado de estos tres elementos se enfiló para ir directo a mi corazón, que saltó de gozo, como si de una criatura dentro de mi se tratara. Ilde ha hecho los Votos Perpetuos hace unas semanas. Unos dias antes le dijeron en el Hospital: a lo mejor no llegas!!!!. Y él respondió a los médicos: ¡pues que vamos a hacer si no llego. Lo que Dios quiera!!!. Resuenan en mi memoria, nada más verlo, sus palabras en la acción de gracias de aquella Eucaristía: «me veis aquí por fuera muy bien, pero por dentro está la cosa un poquillo peor».

Fuerte, 24 años, de Tenerife, apasionado, entregado, vocacionado a la Vida Religiosa, con unas ganas locas de entergarse para siempre a Dios en su Consagración… y se está muriendo…. de cáncer. ¿O está viviendo y dando vida?. Yo creo que está siendo esto segundo. ¿Cuántas veces hemos dicho y escuchado que no vive quien acumula muchos años sino aquel que, viviendo enamorado, reparte mucho amor, mucha ternura, mucho a Dios? Pues eso está viviendo mi hermano Ilde. Nos está dando una lección brutal de entrega, alegría y pasión vocacional. Todas las noches, desde aquella visita, rezo a Dios por él y rezo, así mismo, por su compañero-hermano de habitación a la Izquiera, J.E. y su compañero-hermano de habitación a la derecha, M.A. Ellos custodian su cuarto. Asi me los imagino antes de dormir,, y con ellos, al resto del Teolagdo. Todo en un movimiento silencioso, sencillo, normal, natural… haciendo lo que hay que hacer en este momento: ESTAR!. Sin más nada y sin más todo!. 

¿Hay vida o muerte? Ni a ti ni a mi nos toca responder, amigo lector. Eso lo responde Dios. Y Dios ya ha hablado. En cada gesto, en cada palabra, en cada esfuerzo, en cada lágrima contenida, en esa vida forjada en el corazón  de la Madre, en ese Sí, … hay vida y vida en abundancia. Yo rezo, torpemente, para que se dé el milagro de que mi hermano Ilde sea misionero vivo durante muchos años. Y, sin darme cuente, envuelto en esa discreción que sabiamente Dior armoniza, puede ser que el milagro se esté dando ya. Qué poco tiene que ver la edad y el tiempo con la fecundidad evangélica. Recuerdo estos dias la alegría de los jóvenes mártires de Barbastro. Y retengo en mi retina y en mi corazón la alegría, la mirda serena y las mejillas rosadas de este hombre que Dios lo ha hecho suyo en vida. Gracias por tu existencia, hermano. Vaya regalo!!!.

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