(Íñigo García, fms).
“Que todos vayamos juntos, que nadie se quede atrás, que todo alcance para todos, y que a nadie le falte nada”
(pensamiento del pueblo aymara)
En esta ocasión, en este tiempo, escucho retazos de la sabiduría originaria que se postula desde la llamada y el compromiso al «buen vivir/vivir bien». Suena bien, pero no solo es por su expresión sino por la vida entretejida de relatos, cuidados, presencias, encuentros, espíritu de comunión y conexión que merece una atención especial.
A modo de estribillo, podemos ir recitando… todo está interconectado, interrelacionado y es interdependiente. Ante las nuevas condiciones de la realidad a las que nos ha llevado la modernidad, el desarrollo, el humanismo, el antropocentrismo, el deterioro de nuestra vida y la vida en su conjunto, hoy emerge vigorosa, fuerte, traslúcida, la voz de los pueblos indígenas originarios. Desde la periferia, desde este bioma amazonense, podemos revisar e iluminar la vida y sus relaciones.
A diferencia de cómo se concibe el bienestar en el mundo occidental, “vivir bien” no significaría “vivir mejor” a partir de un consumo ilimitado. El «buen vivir/vivir bien» se presenta como una oportunidad para construir colectivamente nuevas formas de vida. Se propone disolver el tradicional concepto de progreso en su deriva productivista y del desarrollo en tanto dirección única de la evolución social, con su visión mecanicista del crecimiento económico. El objetivo no puede ser tener siempre cada vez más bienes materiales, objetivo inviable de sostener en el tiempo en un mundo con límites biofísicos que ya están siendo amenazados. Como dicen los sabios andinos: “Rico no es aquel que tiene muchas cosas materiales sino el que tiene menos necesidades”. Esto conduce, por cierto, a una redistribución de esas cosas acumuladas en pocas manos.
Y sigo preguntándome qué significa para mí mejorar mis condiciones de vida (y de aquellos con quienes convivo y me encuentro), en qué términos valoro y comparto mi vida; en definitiva, nuevos parámetros culturales que me ponen frente a mi propia vivencia y nuevamente una invitación a soltar, a descargar y acoger con las manos abiertas los regalos de cada día (no para acumularlos, sino sencillamente para tomarlos y celebrarlos).
La propuesta de desarrollo del «buen vivir/vivir bien» tiene el objetivo de acabar con el mito del progreso lineal que pretende dividir a las culturas entre modernas y atrasadas o primitivas y avanzadas. El «buen vivir/vivir bien» busca “recuperar y ensamblar al desarrollo valores esencialmente humanos como la complementariedad, la solidaridad y la retribución”. Dejar de sernos indiferentes, dejar de sernos competidores, dejar de sernos meros consumidores.
El «buen vivir/vivir bien» nos hace reflexionar que debemos vivir en armonía y en equilibrio, saber que el deterioro de una especie es el deterioro del conjunto. ¡Qué grande es la Naturaleza, qué pequeño soy en esta tierra animada y llena de vida!
«Todo vive», se dice en aymara: las montañas, el río, los insectos, los árboles, las piedras, todo vive; por lo tanto, es parte de un equilibrio perfecto de la vida. Y nosotros, para reconstituir el «buen vivir/vivir bien», tenemos que vivir en equilibrio con todas las formas de existencia y no solamente con todo lo que vemos; incluso con lo que no vemos… en comunión.
El «buen vivir/vivir bien» rescata el anhelo de la humanidad para (re)encontrar un sentido a la vida haciendo que ésta merezca ser vivida, inspirada en el servicio a los demás y en el respeto a todos los seres de la naturaleza.
Vivir bien, no es un vivir mejor a costa del otro sino un vivir bien basado en la vivencia de nuestros pueblos.
Vivir bien es vivir en comunidad, en hermandad, y, especialmente, en complementariedad. Recuperemos el sentido comunitario de la vida.
Practiquemos la reciprocidad, como principio de todas nuestras relaciones, con la naturaleza, las personas y la comunidad.
Escuchemos los ritmos de la naturaleza, ¡tanto por aprender de ellos!
Leamos las arrugas de nuestros ancianos, ellos son bibliotecas andantes.
Tu voz, su voz, nuestra voz, … se suman a otras voces, ¡tanto por aprender de ellas!
Vivimos en comunidad, en comunión… ¡aquí y ahora, allí y entonces!
Busquemos una vida más sencilla, en armonía con la naturaleza y la vida, con el propósito de cuidar el planeta y dar prioridad a la humanidad.
Podemos aprender a respetarnos y a comprendernos, a escuchar a todo el que desee hablar, sin discriminación o algún tipo de sometimiento.
¡Todos contamos, todos somos… en comunión!
Es tiempo de danza, es tiempo de música. Que el buen Dios-del-encuentro siga revelándose aquí-allí, entonces-ahora entre los más sencillos.
Vamos allá… al viento del Espíritu.