viernes, 19 abril, 2024

YO CONFIESO… YO AGRADEZCO

XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

Una antífona nos ayuda a situarnos en la celebración eucarística de este domingo: “Que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro”.
Celebración para pobres es ésta, en la que participan ‘buscadores de Dios’, pues sólo buscarán quienes carecen de lo que buscan, quienes esperan encontrar aquello de lo que carecen, y alegrarse por lo que se les habrá concedido encontrar. Celebración es ésta para ‘pobres de Dios’, que “continuamente” habrán de buscar, pues nunca llegaremos a poseer lo que nunca podemos abarcar. Celebración es ésta para oprimidos que suplican, para huérfanos y viudas que repiten su queja y atraviesan con su grito las nubes, para pecadores que buscan en Dios la compasión que necesitan.
Estos son los nombres que la revelación da a los hijos de Dios reunidos en asamblea eucarística: pobres, oprimidos, afligidos, humildes, atribulados, abatidos, pecadores.
Y es de esta asamblea de la que se dice: “Su grito atraviesa las nubes, y hasta alcanzar a Dios no descansa”.
No hay lugar en esta asamblea para quien no reconozca y confiese su pobreza. Por eso empezamos siempre la celebración con un necesario “yo confieso”, que es condición indispensable para que suba del corazón a los labios un entrañable y voluntario ‘yo agradezco”.
Entra en el templo del Señor, en la “casa de su Nombre”, entra en Cristo resucitado, en la fuente de la gracia, en el lugar de la divina santidad, y humilla en la presencia de Dios la mirada y las palabras. Que la mirada busque refugio en la tierra, mientras tu corazón lo busca en la misericordia. Que las palabras depongan la violencia del orgullo ante Dios si quieres que depongan la violencia del desprecio a los hermanos. Entra en Cristo resucitado, haz comunión con él, y baja justificado a tu casa, hijo de la compasión y hermano de los pobres.
Con María de Nazaret, con el publicano de la parábola, con la asamblea eucarística, con toda la Iglesia, “proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava”.
Feliz domingo.

 

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