Andamos a vueltas con los comienzos del Sínodo y estamos en la etapa de enterarnos bien de qué va, generar ilusión y estimular el deseo de ponernos en marcha. No es por echarnos flores, pero en la vida consagrada tenemos ya bastante costumbre de hacer camino juntos y no nos viene mal recordar algunos aprendizajes que hemos ido haciendo o que, al menos, no nos suenan a nuevos. Y formular de paso algunos avisos y cautelas que nos ayuden a “enderezar” esos aprendizajes.
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