Me pasé Adviento rondando las Antífonas de la O y cuando me he puesto a pensar algo sobre la fiesta de la Presentación, ha sido una de ellas las que se ha puesto a rondarme a mí, en concreto la que llama al Mesías “Llave de David y Cetro de la Casa de Israel”. Tanto las llaves como el cetro son dos símbolos evidentes de poder y cuando hace un par de años dediqué tiempo a preparar un taller sobre “Poder y vulnerabilidad”, me dejaron impactada los grabados de abades medievales (una abadesa también) empuñando báculos con gesto de poderío, parecido al de san Pedro en su estatua de bronce del Vaticano. Al ver a Pedro enarbolando las llaves con tanto dominio, me surge la sospecha de si no sería su autor, Arnolfo di Cambio, artista de armas tomar, el que se retrató a sí mismo y reflejó en Pedro su propia ansia de mandar.
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