Es la clave de toda la Buena Noticia, es más, creo que la Buena Noticia en sí misma, el amor, claro.
Y también me parece que andamos escasos de sus expresiones, dentro y fuera de la Iglesia, sobre todo dentro. No se me mal interprete no juzgo el interior de nadie, simplemente relato o describo lo exterior.
Hay demasiado arrebatos de juicio y de insinuar la condena (nunca se termina de decir porque da miedo, algo es algo) y pocos gestos exteriores que indiquen que hay un algo más, que el criterio es el amor. Que la profundidad de la vida se mide en estos términos y no a partir de otras motivaciones o de otros apareceres.
Que todo lo que hacemos sólo tiene fuerza desde aquí. Que todo lo que somos, sólo (mil veces sólo) tiene verdad si se camina, aunque sea haciendo equilibrios y cayéndose, por esta senda. Que lo demás es nada y viento.
Que sólo vale la pena este horizonte aunque no acabemos de encontrarnos en él. Que la verdad siempre ha sido el amor aunque lo intentemos desdibujar y disfrazar, acaso voluntariamente. Que lo demás (y sé que es muy fuerte lo que digo) es teatro mal representado y poco, o nada, creíble.
Y que, a pesar de todo, el misterio de la Iglesia sigue adelante. Será que en el fondo (y en muchas formas que no se suelen ver) hay mucho amor, mucho.