[Misa de la aurora]
Lo hemos acogido en la noche: era un niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre. En la noche admiramos la pequeñez humilde del Salvador que nos ha nacido. La noche nos lo mostró frágil, vulnerable, pobre, humano…
Amanece el día de Navidad. Quien en la noche se nos reveló en la humildad de nuestra carne, nos muestra en la mañana la luz de su grandeza.
Amanece, y la fe vislumbra más allá de lo humano el resplandor de lo divino: “Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor; y es su nombre: Admirable, Dios, Príncipe de la paz, Padre perpetuo, y su reino no tendrá fin”.
Amanece el día de la humanidad nueva, “porque nos ha nacido el Señor”.
Amanece, porque la humanidad de Dios se nos ha hecho de casa: “Amanece la luz para el justo”, amanece “la alegría para los rectos de corazón”, amanece para todos “la bondad de Dios y su amor al hombre”.
Amanece sobre el mundo la luz de la Palabra de Dios, amanece la salvación, amanece el evangelio, amanece Cristo Jesús.
Esa luz que hoy nos ha amanecido, no conoce ocaso: brillará para siempre.
Alégrate, Iglesia iluminada por este amanecer; canta, comunidad visitada por este Sol que viene de lo alto; alégrate y canta porque viene tu Rey; celebra su santo nombre porque viene el Salvador del mundo.
Alégrate, porque amanece y eres tú la que vas hoy al encuentro de tu Salvador: “lo precede la recompensa; lo acompaña el premio de su victoria”.
Alégrate, porque es a tus hijos a quienes el profeta llama hoy “Pueblo santo”, “Redimidos del Señor”; hoy eres tú la que llaman “Buscada”, “Ciudad no abandonada”.
Para hablar en la misa de la aurora, sólo puedo dirigirme a ti, Iglesia en oración, Iglesia en fiesta, Iglesia en Navidad. No quiero, sin embargo, olvidar que, antes de tu comunión por la fe con Cristo Jesús, antes de tu encuentro en la fe con la pobreza de Dios que te enriqueció, eras sólo una comunidad de pobres que Dios amaba.
Hoy ha amanecido para ti el evangelio que es Jesús.
Y en esta hora primera del día recordamos la luz que nos ha iluminado, la bondad que se nos ha revelado, la gloria de Dios que hemos visto, el amor que nos ha salvado. En esta hora primera celebramos que Jesús ha amanecido para nosotros, el evangelio ha nacido para los pobres.
Y si tú, Iglesia cuerpo de Cristo, has nacido con Jesús, hoy eres tú ese evangelio.
Que tu luz amanezca sobre la vida de los pobres. Que los pobres hagan fiesta por tu Navidad.