“Ven, Señor Jesús”.

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Las palabras de Miqueas, que se proclaman como profecía, las escuchamos como promesa que Dios nos hace: “Os iluminará un sol de justicia”.
Las palabras del Salmista, que repetimos como oración, las entendemos como anuncio de lo que vamos a vivir en nuestra eucaristía: “El Señor llega para regir la tierra con justicia”.
Cuanto más oscura se nos hace la noche, más intensa se nos hace la memoria de la luz, y más se vuelven nuestros ojos al oriente, de donde esperamos que amanezca para los oprimidos el sol de la justicia.
La noche duele, pero la esperanza nos guarda en su regazo: “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.
Feliz domingo.

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