¡TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO!

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Podría parecer que hablar del amor de Dios hacia todos nosotros es un eufemismo, una expresión bella pero no real. Podrían hablar tantas personas que sienten y han sentido la fuerza del mal en su vida, que han clamado y no han encontrado respuesta. Podrían hablar quienes se sienten solos, quienes aman lo imposible, quienes no perciben una mirada amable durante tiempo y tiempo. Es fácil decir, cantar, que “Dios me ama”. Pero ¿quienes son los privilegiados que así lo experimentan? En tiempos de guerra, de epidemia, de deshojamiento de todos los bienes materiales, de fracaso total, ¿podrán decir aquellos que mueren en la batalla, que Dios los ama? Hoy cuarto domingo, 14 de marzo 2021… tras un año de confinamiento.

Nuestro Dios no se aleja

¡Dios no se aleja… somos nosotros quienes nos alejamos de él!

Nuestro Dios, sumamente discreto, mantiene su presencia.

Envía mensajeros, avisos, profetas.

Se hace vislumbrar, sin aparecer nunca en el primer plano.

Da espacio a nuestra libertad.

Conecta con nosotros sin por ello “fundir” todo nuestro ámbito de conexiones.

Nosotros sí nos alejamos

Pero también nosotros, como el pueblo de Israel (primera lectura) somos infieles a la Alianza, echamos a Dios en el olvido. Endurecemos el corazón y nos apartamos de él.

No solo nosotros, nuestros guías, nuestros pastores, con su insensibilidad, con su preocupación “por otros asuntos”, pueden favorecer el clima de ausencia de Dios. Pero Dios no está ausente… somos nosotros los que nos ausentamos de su discreta presencia.

¡No digamos nunca que voluntad de Dios son el mal, el sufrimiento, la desgracia!

Digamos más bien que no entendemos, ni comprendemos la existencia del mal.

Proclamemos la incapacidad de nuestra inteligencia y de nuestra sensibilidad para entender esa realidad que nos muerde y destruye.

Pero cantemos un canto a nuestro Dios: reconozcamos su amor y compasión sin límites. Expresemos de la forma más bella que nos sea posible que nuestro Dios es amoroso, es compasivo, perdona, vivifica, resucita y lleva al cielo.

Dios actúa a través de personajes alternativos

Es extraño que Dios busque a veces personajes alternativos para realizar su proyecto. Si no puede contar con su pueblo, ni con sus sacerdotes o profetas, entonces hace surgir un personaje profano, como Ciro, y lo convierte en su instrumento más válido.

El pueblo había destruido el Templo y la presencia de Dios. Ciro, el pagano, lo reconstruye y reconoce la Presencia. También hoy surgen personajes –en todos los ámbitos– que realizan el proyecto de Dios y lo hacen más presentes, que aquellos que nos creemos “los suyos”.

Jesús es la prueba del amor que Dios nos tiene.

Es el Hijo enviado. Es el regalo de Dios sin arrepentimiento.

Jesús es la Vida, la promesa, el Futuro. No estamos llamados a la extinción.

Reparemos en que Dios Padre no le entregó el mundo a Jesús, como regalo, sino que nos entregó a Jesús, como regalo, ¡a nosotros!

Jesús no es nuestro juez, sino más bien nuestro defensor, nuestro abogado…

Descubrir el regalo de Dios es “sentirse agraciado”.

Percibir que Jesús y su Evangelio son un regalo para mí es el mayor descubrimiento que se puede dar en este mundo.

¡Qué pena tener un tesoro y no saber dónde se encuentra, ni disfrutarlo! Por eso necesita la Iglesia misioneras y misioneros de verdad que anuncien que el Tesoro está cerca, a nuestro alcance Que hay posibilidades de superar cualquier mal si conectamos con Él.

Insuficiente es definirse desde el cumplimiento

Creer que el mejor cristiano es aquel o aquella que “cumple”, que puede aducir un catálogo de obras rectas, buenas… Pensar que se salva aquel hombre, aquella mujer que se esfuerza en hacer el bien, que es consecuente con aquello a lo que se compromete… Definir la propia vida desde el cumplimiento de lo mandado… Todo eso ¡está bien! Pero es insuficiente. ¡Radicalmente insuficiente!

¡Hechura suya somos!

Buenas obras son aquellas que nacen de una experiencia inesperada. Quien sienta en su vida la Misericordia, quien se vea envuelto “gratuitamente” por el Amor entrañable, quien se descubra como “hechura de Dios”… comenzará a vivir de otra manera. No estará satisfecho de lo que hace. No se preocupará tampoco por sus defectos y limitaciones. Dirá siempre: ¡es don de Dios! ¡Hechura suya somos!

Hay un dicho popular castellano que afirma: “sólo se lame, lo que se pare”. Revela cómo somos los humanos. Lo que más cuidamos y mimamos es aquello que es obra nuestra. Lo demás nos interesa, pero… ¡menos! Sí, sólo se lame lo que se pare. Si esto lo trasladamos a nuestro Dios, si somos obra suya, Él es el más interesado en cuidarnos, en mantenernos en forma, por eso no puede abandonarnos en los momentos de mayor deterioro. Nuestra humanidad en este tiempo no está dejada de su mano. Hay un clamor profundo, es la voz de Dios gritando entre nosotros por el cese de la violencia, por la paz, por el amor mutuo. ¡No destruyamos la obra de Dios! Y… a pesar de todo… Él nos seguirá amando. Y habrá perdón…