PREGUNTÁNDONOS SOBRE EL CAMBIO

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(Damián Mª Montes)
.Queridos lectores, inauguramos este espacio en el que trataremos de recoger el testigo de aquél “¡sí!” que los jóvenes gritaron con fuerza en Cracovia ante la pregunta del papa Francisco durante la última Jornada Mundial de la Juventud: “¿Las cosas pueden cambiar?” (28 de julio de 2016). En aquél discurso el Papa insistía: “es estimulante escucharles, compartir sus sueños, sus interrogantes y sus ganas de rebelarse contra todos aquellos que dicen que las cosas no se pueden cambiar”.

En estas líneas recogeremos cada mes algunas de las inquietudes reales y hondas de los jóvenes de nuestro tiempo. Las que suponen dudas y las que se convierten en certezas para las nuevas generaciones. Las que se manifiestan en conversaciones tranquilas y las que se vuelven incómodas. Nos preocupará especialmente escuchar su voz, la voz de chicos y chicas, creyentes y no creyentes, al tiempo que valoraremos la respuesta que la Iglesia les ofrece. Y queremos realizar esta tarea desde la clave del cambio, porque también nosotros estamos convencidos de que las cosas pueden cambiar.

Este mes comenzamos, a modo de presentación, preguntándonos sobre el cambio. Y cambiar es dejar una situación para tomar otra. Pero a esta definición debemos sumarle que el cambio es una necesidad natural propia de la vida, del ser humano y de sus estructuras. El cambio supone transformación, camino, proceso, evolución y vida. Sin embargo, el cambio da vértigo porque supone también riesgo, incertidumbre, incomodidad, esfuerzo… y, a menudo, estamos muy cómodos en nuestra “zona de confort”.

Ahora bien, si se da conscientemente, un cambio debe mejorar la situación anterior; y a esto se denomina técnicamente “innovación”. Esta es la clave que guiará nuestras aportaciones. ¿Cómo podemos innovar en la pastoral, en la reflexión teológica, en la moral o en la misión de la Iglesia, por ejemplo, para que responda más y mejor a las inquietudes de los jóvenes de hoy? ¿Qué debemos cambiar para que mejore la relación actual entre la Iglesia y los jóvenes? ¿Cómo debemos afrontar este cambio para que no suponga renuncia de los valores evangélicos? ¿Cómo podemos llevar a cabo esta innovación para que toda la Iglesia la viva en comunión?

Nos espera una tarea apasionante…