«RECIBO CON UNA MANO Y DOY CON OTRA»

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Camilo Maccise, un hombre libre que llega a Dios

Nace en junio de 1937 en la ciudad de Toluca estado de México de una familia integrada y de fe cristiana creyente. Entra a la orden del Carmen en el colegio preparatorio en su ciudad natal, cursa la formación carmelitana y sacerdotal. Los estudios de especialización que cursa son la licenciatura en el Pontificio Instituto Bíblico, y doctorado en teología bíblica por la Universidad Pontificia Xaveriana de Colombia. Estaba para cumplir 50 años de sacerdocio el próximo 29 de abril.
El P. Camilo evoca una capacidad de crear fraternidad por su trato cordial por su claridad mental y capacidad de infundir fe en la persona de Cristo en el corazón de las personas y problemáticas. Además de una capacidad de agradecimiento entrañable.
Era una fuente de enseñanza con su vida misma en cuestiones importantes como la disciplina personal, el orden, la limpieza y el trabajo. Es de todos conocida su gran capacidad de trabajo y eficiencia intelectual que le llevaba a guardarse sólo 5 horas para el sueño durante la noche.
Su legado para la vida religiosa está en su propio compromiso de vivencia de los votos religiosos vividos desde un carisma profético. Respecto al voto de pobreza que tocaba su relación con los bienes solía decir “recibo con una mano y doy con otra”, para subrayar la importancia del voto de pobreza vivido como un recibir y compartir la providencia de Dios. El voto de obediencia lo vivía como búsqueda continua de los caminos del Señor, con la convicción de que son camino siempre de bondad. El voto de castidad lo vivía como una capacidad de acoger y promover a todo tipo de personas, de las más variadas procedencias sociales, culturales, religiosas, ofreciendo a cada uno lo que necesitaban específicamente. Deja también un legado impresionante en reflexión publicada en libros, revistas, actas, conferencias, ejercicios espirituales y cartas personales.
Su legado para la orden del Carmen. Fray James McCaffrey decía de él “es el único hombre plenamente libre que conozco”. Maccise deja al Carmelo un testimonio de libertad, hecha de parresía, para afrontar los más variados problemas que aquejan a la vida religiosa y cristiana, procedentes del entorno social o eclesial. Es de notar su capacidad de infundir además en otros la parresía hecha de confianza en la ayuda de Dios, en su capacidad de proveer e iluminar lo que hay que decir y hacer en el momento mismo de las pruebas asumidas por el seguimiento de Cristo.
Su experiencia espiritual fue formada por la Sagrada Escritura y la espiritualidad de los santos del Carmelo. Hay textos bíblicos y carmelitanos que especialmente configuraron su espiritualidad.
De la Sagrada Escritura que es Jesucristo y que le guió en sus 50 años de sacerdocio:
– Los caminos de Dios no son nuestros caminos ni sus pensamientos son nuestros pensamientos pero son siempre caminos de misericordia y de fidelidad.
– Todo colabora para el bien de los que aman a Dios. Hasta los pecados.
– Si alguno se siente fatigado que venga a mí y yo le aliviaré. Cristo no nos quita la cruz pero nos ayuda a llevarla.
– Bendito sea nuestro Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo que nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que podamos consolar nosotros a los atribulados con el consuelo con que somos consolados por Dios.
– Echad sobre él todos vuestros cuidados porque él se preocupa de vosotros.
– En Dios vivimos nos movemos y existimos.
De los santos del Carmelo ha aprendido mensajes especiales:
Santa Teresa de Jesús:
– Nada te turbe, nada te espante.
– Dios no se cansa de Dar no nos cansemos de recibir (V 19).