JMJ… ALGO QUE SE VIVE, SE PASA Y SE QUEDA

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Nuestro tiempo no conoce la mesura. Los bandazos van determinando el valor de las cosas. O adhesiones inquebrantables o desprecios absolutos. En pleno desarrollo de la jornada los medios se afanan no tanto por contar lo que pasa, cuanto por interpretarlo y “sacar punta”. La Revista Vida Religiosa ha estado en la JMJ fundamentalmente porque es un gran acontecimiento eclesial, porque es la conclusión de muchos meses de trabajo de esa vida religiosa que se gasta en el hospital, la escuela o la calle y porque la juventud sigue siendo la tarea de los religiosos para este siglo XXI.
Tras los primeros actos, salvando gestos protocolarios más o menos acertados, lo que hay que constatar es que la Jornada está expresando bien que la Iglesia está haciendo un esfuerzo para conectar con los jóvenes. Todavía más, que el seguimiento no es un lenguaje desconocido para las nuevas generaciones. Aunque, una vez más, constatemos que la Iglesia tiene dificultad para comprender esos lenguajes (formas, gestos y estilos) de los más jóvenes.

 

 En las palabras de acogida en Cibeles a la hora de presentar qué jóvenes habían acudido a escuchar la Palabra en esta JMJ, a los dos jóvenes se les olvidó que junto a esos inmensos grupos vinculados a movimientos, hay otros miles que vienen bajo el empuje y animación de congregaciones y órdenes religiosas. Es una omisión que no llega a pecado y seguro que quienes hicieron el texto, lo tenían en mente y allí se quedó. En la respuesta del Papa, sin embargo, directamente reconoció la fuerza de la consagración.
Las calles de Madrid se llenaron de color. Grupos de jóvenes que, separados pero juntos, corrían hacia las convocatorias, en esa mezcla difícil de discernir donde se encuentra el gusto por lo espiritual, la necesidad de ser mejor, la fiesta y la fuerza. Porque todo está presente en esa etapa de la vida llamada juventud.
Ni los más escépticos pueden dudar del éxito de convocatoria, ni del tono de pluralidad. Sencillamente un solo motivo aglutinó formas y sentires; trayectorias e historias: Cristo expresado y comunicado en las magníficas y breves enseñanzas de un Papa – profesor que hizo un brillante esfuerzo por hacerse comprender por un público joven y abierto.
En nuestra revista tenemos conocimiento del esfuerzo de todas las congregaciones y órdenes en los previos de estas jornadas. Tiempos de reflexión y oración, encuentros y comisiones, convocatorias y organización; acogida y desarrollo. Horas y desvelos porque la transmisión y el acercamiento a los más jóvenes lo merecen. Muchos gestos silenciosos, que quedaron en el silencio borrados por el bullicio del desarrollo, pero gestos necesarios para que la gesta fuese completa. De ese esfuerzo, como en la mañana de una fiesta, uno puede preguntarse para qué, o en qué se va a quedar… El error está en querer encontrar resultados ya, o pensar que las cosas pasan o cambian sólo porque se dice. Intuyo, más bien, que este fue un modo nuevo de pensar, un atrevernos a abrir, una ruptura, un detonante que traerá cambios…
Evidentemente no acabamos de conocer a la juventud… hace mucho que la contemplamos, trabajamos con ella y por ella. Pero sí es la concentración reciente más significativa en el tiempo presente, de juventud real, en una situación social, cultural y política muy particular. Es la juventud en la que tiene que afirmarse una nueva Iglesia, con nuevos carismas, con nuevo aire de consagración. Es la juventud destinataria de nuestras propuestas y la juventud que nos indica dónde está el futuro.
De esta perfecta organización de un cuerpo “desorganizado” como es el juvenil, la vida religiosa ha vuelto a incidir en la necesaria provisionalidad, la relajación de las formas y la belleza de la pluralidad, el valor del Carisma (con mayúsculas), lo universal, la eclesialidad… y estimo que ha relativizado la historia pequeña, lo provinciano y el reduccionismo. Es el tiempo de las puertas abiertas y la mente abierta. Es el tiempo de favorecer la obra del Espíritu que quiere nuevas estructuras y nuevos planteamientos. El Espíritu quiere novedad y ésta necesita a aquellos y aquellas con poca historia. Por eso esta JMJ tendrá frutos que irá dándonos el tiempo próximo.
Las congregaciones y órdenes han abierto físicamente puertas que llevaban años anhelando que las cruzasen jóvenes espontáneos y alegres. El «macrofestival» de la vida consagrada que organizó la Conferencia de Religiosos de España fue buena expresión de ello. Miles de jóvenes que en torno a la música fueron, sencillamente, jóvenes cristianos que necesitan saber que no están solos en el camino de la fe en un itinerario creyente al estilo de grandes mujeres y hombres del ayer; los fundadores.
La pregunta, sin duda, queda en el aire para las familias religiosas. ¿Esa apertura fue sólo para unos días de agosto? ¿Después de ese intenso contacto con el sentir y celebrar de los más jóvenes, cómo tenemos que celebrar y sentir aquellos consagrados con otra edad? La JMJ no fue un mensaje blando y fácil: ningún joven lo habría aceptado. Hay exigencia y radicalidad en todas las intervenciones del Papa y la constatación de que éstas encontraron acogida en las inclinaciones más profundas de los jóvenes en sus corazones. Y eso no se puede quedar en un algo efímero de un momento que se vive, se pasa y se olvida…
Este mensaje claro del Papa que los jóvenes entendieron y las congregaciones tenemos que posibilitar ahora, se puede resumir en cinco frases:
1. “Cada carisma es una palabra evangélica que el Espíritu Santo recuerda a su Iglesia” (El Escorial 19-08-2011)
O el recordatorio que es un tiempo coral y plural. Un tiempo de Iglesia más que de pequeñas parcelas. Un tiempo “inter” en el cual se pide suma y grandes ideales más que salvar desesperadamente pequeñas tradiciones. Es un tiempo del Espíritu y, por tanto, abierto, incierto y sorprendente.
2. “La juventud es tiempo privilegiado para la búsqueda y el encuentro con la verdad” (Basílica del El Escorial 19-08-2011)
O el recordatorio de que confiar en la juventud es eso, confiar. Abrir puertas, creer, dar cauces y posibilidades y, además, ser consecuente con esa verdad que estamos seguros los jóvenes buscan… porque ahí no sólo está el futuro, está el presente que, hoy por hoy, no está tan claro que abracemos.
3. “La cruz no fue el desenlace de un fracaso, sino el modo de expresar la entrega amorosa que llega hasta la donación más inmensa de la propia vida” (Paseo de Recoletos 19-08-2011)
O el recordatorio de que el proceso vocacional es el abrazo de la debilidad, la pobreza y el dolor de este mundo. O somos capaces de ofrecer la significación exagerada de un amor que se consume amando o ofreceremos bálsamos a una sociedad que no nos necesita.
4. “Cada época tiene sus problemas, pero Dios da en cada tiempo la gracia oportuna para asumirlos y superarlos con amor y realismo” (Catedral de la Almudena, 20-08-2011)
O el recordatorio de la necesidad del amor y el realismo para ser creativos en las propuestas. Nada es así porque siempre fuese así; se nos habla de odres nuevos para llenar con vino nuevo que tiene que venir y hay que dejarlo que venga.
5. “No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad” (Cuatro Vientos 20-08-2011)
O el recordatorio de que este camino no es para quienes se sienten perfectos… porque esos no querrán complicar su perfección y su alto concepto de sí, es para quienes abrazan la debilidad, porque ésta no es lejanía de Dios, sino la puerta abierta para dejarse hacer por Él.