Tantos Lázaros de perros lamiendo y tan pocos Epulones de púrpura banqueteando impasibles. Tantos abismos que no se pueden cruzar cuando ya no hay remedio y tantos abismos que se cruzan y se llenan de lázaros muertos en costas, en vayas, en calles…
Y aún se atreven los epulones a pedir que los lázaros mojen dedos o avisen a otros pocos indolentes.
Abismos que no se pueden cruzar porque no creen ni a los muertos aunque resuciten. Resurrecciones de lázaros con perros cuidadores también allá arriba y aquí abajo