La vida religiosa es testigo de los tantos cambios y transformaciones que continuamente se suscitan en el mundo de hoy. Cada uno de ellos abre la puerta a nuevas oportunidades, por lo que se requiere tener los ojos bien abiertos para observar contemplativamente la realidad y aprovechar la luz que cada uno de estos cambios nos ofrecen. Debemos proyectarnos y estar abiertos a los distintos tipos de estímulos y aprender a ser curiosas y curiosos, leer, formarnos interdisciplinariamente, intercambiar posturas y visiones, sobre los temas que movilizan nuestro andar. Pero, ¿cómo pasar de la mera observación a la generación de dichos cambios y ver en ellos nuevas oportunidades? ¿Cómo mirar un poco más allá?
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