Nosotros

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Ni tú ni yo somos imprescindibles. Hay un estilo de vivir y de testimoniarse,  que se apodera de cada uno de nosotros, con demasiada frecuencia, y termina anulando por completo, en la práctica, la dimensión comunitaria, grupal, de equipo. Es esa fuerza o impulso, a la hora de realizar obras o proyectos, que nos descubre como los únicos artífices en el trabajo que realizamos. Es ese pecado y debilidad que consiste en el empeño de seguir sacando brillo al yo, sin nadie más, ahí donde la autoreferencialidad acampa a sus anchas.. Es la manera y opción de hacer las cosas, quizás inconscientemente, en la que decidimos, sigilosamente, anular al otro, a los otros, a todos y en última instancia… también a Dios.

Son muy desgraciadas las manifestaciones de este estilo de vida: prepotencia en la voz y en los argumentos, sabiduría exclusiva, razón sin tiempo al diálogo, huida hacia adelante con la firma de los que tienen miedo a discutir/dialogar y un sin fin de manifestaciones que satán recicla y hace resurgir, mientras los artífices suspiramos por el reconocimiento y el éxito.

Pero no hay que hundirse. Ante ninguna debilidad debemos tirar la toalla: tenemos alternativa. Tenemos Evangelio. El antídoto al tú y al yo, en esa carrera hacia el podium único es el nosotros, los otros, la comunidad, el equipo. Para eso nacimos: para ser un nosotros. Para eso nos consagramos: para vivir siempre en el calor de la comunidad. Para eso creemos, para otorgarle siempre la gloria a Dios.

.-Y preguntó el discípulo: .- Maestro, ¿de qué hablas?.

.- Y respondió el maestro: .- del alma, amigo, del alma, cuando ésta está en lucha.