«Más que una foto»

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Juan Carlos Fuertes, H. Marista: «No nos planteamos la misión si no es con los seglares»

Nació en Albalat de la Ribera (Valencia) hace 39 años. Desde pequeño se sintió identificado con la vocación marista. En este momento es el vicario provincial de la Provincia Mediterránea que comprende Badajoz, Andalucía, Murcia, comunidad Valenciana, Italia, Líbano y Siria… unos doscientos hermanos.

La vida religiosa está sedienta de esperanza. Cuando te encuentras con Juan Carlos, sin que hable, irradia serenidad, mirada limpia y felicidad. Más que suficiente, para que Vr ofrezca «más que una foto» de su vida.

Ya en el Año de la Vida Consagrada, ¿Qué te sugiere?

A mí me da miedo cuando planteamos un año especial de la vida consagrada y empiezan a anunciarnos que van a salir documentos, que va haber encuentros y simposios… yo lo que espero de este año que celebramos es que me pueda transformar un poco más por dentro, espero que mi provincia se pueda transformar un poquito más, en general la vida consagrada se pueda transformar un poco más. Si pudiese pedir algo, pediría que hubiese menos documentos, que nos ayudásemos a encontrar lo esencial y que cada uno nos comprometiéramos en salir de este año un poco más renovados.

Tú eres marista ¿Y si un día no hay escuelas?

Por mi experiencia personal puedo decir que como marista he estado –además de en escuelas– en obras sociales, en pastoral, animación de hermanos y me he dado cuenta que en todos estos momentos y circunstancias me he vivido y sentido marista. Me he dado cuenta de que la vocación a la que estoy llamado es ayudar a los otros a crecer como personas, por eso en todo lo que hago siempre intento ayudar a posibilitar el crecimiento.

Nosotros, como maristas, lo hacemos con los niños y con los jóvenes, en ámbitos escolares, extraescolares… En definitiva intentamos ayudar al otro a crecer en el lugar y momento en que se encuentre. Hoy lo hacemos así, en el futuro no sé cómo será, pero lo que siempre está de fondo es la llamada a salir de nosotros mismos para ayudar al otro, esto no pasará de moda nunca.

¿Qué detectas como prioritario en el ejercicio de gobierno?

Para nosotros la escucha es fundamental. No tomamos decisiones sin escuchar, sin que los hermanos se expresen, sin que digan qué les parece o cómo se sienten. Junto a esto somos conscientes de que necesitamos una estructura que facilite la escucha, es decir, que las personas que ejercemos el gobierno dispongamos del tiempo suficiente para poder escuchar a todos los hermanos. Esto es muy valorado por todos, sentirse atendido, escuchado, sentir que alguien te da una palabra de aliento. El ejercicio de gobierno tiene que ir más por la escucha que por decir lo que se debe o no debe de hacer, por juzgar a los demás. Me da la impresión de que en la vida religiosa nos hemos dado mucha “caña”, nos hemos dicho muchas veces lo que no tenemos, lo que no somos, lo que no podemos… pero ha llegado el momento en que necesitamos decirnos, una y mil veces, lo que somos, lo que podemos, lo que sabemos. En definitiva, lo que somos capaces de hacer.

¿Para vosotros la misión compartida es un sueño o un hecho?

Actualmente no nos planteamos la misión si no es con los seglares, es decir, todo lo que lanzamos, lo que proponemos, lo hacemos siempre con la participación de hermanos seglares. De hecho, la obra social que vamos a llevar a cabo el próximo curso, surgió de un capítulo donde estábamos hermanos y laicos. Además, los que han buscado la obra social han sido laicos y los que la pondrán en marcha serán también laicos con algún hermano.

En algunos sitios incluso habéis sido pioneros en la configuración de comunidades mixtas, laicos y hermanos, también habéis afrontado las dificultades de este reto…

Sí, caminar juntos, hermanos y laicos maristas, es un proceso vivo. Por una parte, nosotros nos damos cuenta de que tendemos a estructurar y encasillar y, sin embargo, todo lo que este proceso nos ha hecho descubrir es que no hace falta tanta “organización” o “estructuración” sino más bien compartir la riqueza de la vocación y ayudarnos a pensar qué podemos hacer juntos. Desde esta experiencia ha salido el deseo de construir en comunión y, desde ahí, empezamos hace tiempo a caminar… ¿Dónde vamos a llegar? No lo sabemos, solo reconocemos que queremos crecer unidos, que queremos ayudarnos y, desde ahí, han brotado iniciativas interesantes que están provocando vida tanto a hermanos como laicos.

¿Cómo repercute esto en la vida de fraternidad?

Tenemos varias formas de vivir la misión compartida en fraternidad. En Nápoles, por ejemplo, ahora mismo hay una comunidad formada por consagrados y seglares. Aunque hermanos y seglares no comparten casa sí que existe un proyecto de comunidad, un proyecto común. En otros lugares, por ejemplo en Sevilla, hay obras sin comunidad, donde hay un grupo significativo de profesores, catequistas, voluntarios, identificados con el carisma. Lo podemos llamar comunidad cristiana o comunidad de referencia, lo cierto es que hay un grupo implicado no solamente con la misión sino con la vida y el carisma marista y eso es una gran riqueza para nosotros hoy.

Como vicario provincial estás visitando muchas comunidades ¿Cómo están viviendo el momento eclesial que nos toca?

En general, con alegría y con mucha esperanza, nuestra gente está viviendo una llamada a retomar lo esencial, a volver a crear lazos de fraternidad, a ver a la Iglesia con un rostro sonriente y amable. Lo que espera la gente joven de la Iglesia es una palabra de aliento y de comprensión… por eso cuando la escuchan ya sea en el Papa o en el hermano que está todos los días con ellos o en el seglar que hace de profesor o de catequista, esta persona de alguna manera tiene un acceso más fácil al Dios de Jesús.

Dos cosas de las que me gustaría que dijeses algo: Interculturalidad e intercongregacionalidad

Nuestra cultura española es distinta de la italiana o siria, esto ha supuesto un movimiento de acercamiento a lo diferente, que no siempre ha sido fácil. Sin embargo, los más jóvenes sí que viven esto con mucha naturalidad, quizá el reto está en los más mayores. Pero es un camino que tenemos ahí donde –al menos yo– descubro riqueza, porque de alguna manera es una llamada a salir de los esquemas de siempre y buscar un camino para encontrarte con el otro.

Con respecto a la intercongregacionalidad, desde lo que conozco, somos todavía muy autosuficientes. Participamos en asambleas, reuniones, encuentros intercongregacionales pero a la hora de hacer cosas juntos es algo que nos cuesta más. Hace unos años participé en un encuentro intercongregacional de hermanos de ocho congregaciones laicales. Fue increíble y muy interesante darnos cuenta de que nos podemos ayudar y,sin embargo, a la hora de la verdad ¡lo que nos cuesta! Como que viésemos que es bueno, pero a la hora de ponernos a funcionar…

¿Eres un religioso feliz?

Me divierto mucho siendo hermano, la verdad.