Líbranos de las 3C

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Por situaciones propias y por lo que otras personas me relatan, pensaba estos días en las 3C que minan nuestra vida. Se van introduciendo imperceptiblemente en el organismo y lentamente van contaminando nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestras acciones. Al principio nos parecen inofensivas, ¿quién no tiene un poco de ellas? Pero poco a poco tiñen nuestra mirada, hasta tal punto que se pierde la luz que guardan los rostros y las cosas.

Es como un virus que se nos instala, sin que suenen señales de alarma, hasta que un día de pronto nos damos cuenta de que ha dañado nuestro disco duro y de archivos queridos que serán difíciles de recuperar. Estas 3C dan tono a nuestras conversaciones, arañan nuestra estima e introducen en nosotros una creciente rigidez. Y ahí estamos, muchas veces, sometidos a ellas y sentimos que sólo por nuestra cuenta no podemos romper su círculo letal y necesitamos clamar: «¡Líbranos, Señor, de las 3C! Líbranos de Compararnos, de Competir y de Criticar, de estos verbos que arrasan una vida. Transforma este virus para que pueda mutar en nosotros, arranca sus raíces de la tierra del corazón o ¿no es posible del todo, como aquello que contabas del trigo y la cizaña? Al menos, nos pones a mano el único genérico que puede sanarnos. Nos lo muestras desde el principio con amorosa paciencia ¡somos tan torpes! Toda la Sagrada Escritura nos lo pone delante, todos tus amigos y amigas a lo largo de la historia se lo tomaron».

A pequeñas dosis va limpiando los efectos tóxicos de aquellas 3C, en grandes cantidades produce una revolución en nuestro organismo: restaura su armonía y desbloquea sus fuentes profundas; y es un genérico tan barato que hay quien no se fía y busca medicinas de más alta calidad, gastarán en vano, pues no hay ninguna que le supere en eficacia. Viene envuelto bajo el sencillo nombre de «agradecer», y también lo encontramos entre todos aquellos remedios curativos que tienen que ver con su raíz: Gratitud, Gratuidad, Gracia. Si cada día, al llegar la noche, nos hemos acordado de administrar estas 3G notaremos cómo el virus va mutando en nosotros y se produce una transformación prodigiosa que nos hace pasar de compararnos a valorarnos, de competir a cooperar, de criticar a agraciar…Entonces volveremos a sentir cierto contento y luminosidad y, por unos instantes, nos parecerá tocar aquella misma mirada de Dios que al comienzo de la creación hacia todas las cosas buenas.