Experiencia del encuentro para la preparación de votos perpetuos del 1 al 8 de julio en Colmenar Viejo (Madrid) (Madrid)
(Cinti Segura Gil. Religiosa Adoratriz). Comienzo en primer lugar dando gracias a Dios, a cada una de nuestras congregaciones, comunidades y a las personas que han organizado este encuentro, por este gran regalo de haber podido participar en él y por todo lo que en estos días hemos recibido y se nos ha dado.
A lo largo de la tarde fuimos llegando a Colmenar, cada uno desde nuestra ciudad y con nuestra vida. Al presentarnos pudimos comprobar la variedad de países de donde procedíamos y los diferentes carismas a los que pertenecíamos, éramos de doce congregaciones diferentes.
En la presentación, la mayoría, expresábamos, alegría, apertura, ilusión, disponibilidad, ganas de pararnos, de orar y poder profundizar en este momento tan importante como es la preparación para el sí definitivo. ¿Qué podíamos aportar al encuentro? Lo mejor de nosotros, lo que cada uno es y tiene.
Comenzamos poniendo en manos del Espíritu de Jesús a todo el grupo para que lo convirtiera en una gran parábola de comunión en la que, al final, no quedara entre nosotros otra cosa que el amor mutuo.
Se nos invitaba a buscar momentos de intimidad en la oración, donde el Maestro interior pudiera actuar libremente en nosotros y entre nosotros, lo cual aconteció conforme fueron pasando los días.
Los objetivos del encuentro eran releer nuestra historia vocacional vivida y profundizar en la decisión definitiva de seguir a Cristo en la vida consagrada.
Para ello tomamos conciencia del camino recorrido, ya que tras la experiencia del juniorado, se aproxima el momento de la Alianza definitiva con Dios y el compromiso con la Iglesia y el propio Instituto, por lo que era el momento de recapitular toda nuestra propia vida. Hicimos memoria y meditamos sobre los aspectos fundamentales de la Alianza. A la vez que convivíamos y compartíamos entre otros jóvenes religiosos y religiosas nuestra experiencias, nuestro sentir y vivir, lo que nos mueve…
Durante la semana fuimos haciendo un camino interior, trabajando, orando, profundizando, compartiendo…
La vida consagrada
Estamos llamados a la alegría de ser llamados, de vivir en comunidad y de vivir para la misión. La comunión, con la Iglesia y con nosotros mismos. La profecía. La salida de uno mismo, cultural y geográfica. La reflexión.
El carisma
Pudimos compartir los rasgos esenciales de nuestros carismas, a la vez que en otro momento, tuvimos la oportunidad de compartir los diferentes carismas y de comprobar la riqueza de cada unos de ellos. Al igual que la gran audacia y confianza en Dios que tuvieron nuestros fundadores. Reflexionamos sobre el carisma de los fundadores, sintiéndonos invitados a leer con la misma óptica de ellos los signos de los tiempos y a darle su misma respuesta ministerial. Y dónde la inspiración y experiencia a través de la cual el Espíritu guió a nuestros fundadores, se conviertan en inspiración y experiencia de cada uno de nosotros.
La misión
Se destacaba que hablar de misión es hablar de algo más que de las obras apostólicas, es hablar del modo de ser de la Iglesia y de la vida consagrada. De la importancia de estar atentos a lo que el Espíritu nos pide en cada momento, dejándose cuestionar por la cultura actual, compartiendo nuestros carismas y espiritualidades, y optar por la “misión compartida”.
En el compartir de los grupos se veía la importancia de que tanto misión, oración, comunidad, tienen que ser elementos integrados. El saber distinguir entre la urgencia y la importancia. Se compartía la riqueza de la “misión compartida” y aunque en ocasiones cuesta y no se tiene del todo integrado, pero es el camino a seguir. Diferenciando entre “misión compartida” y “contratados” que comparten tareas en nuestras congregaciones.
La vocación
Este día lo recuerdo como unos de los días más intensos y profundos. Comenzamos con una lluvia de ideas de la palabra vocación, donde salieron muchas palabras, como amor, camino, regalo, don de Dios, llamada, respuesta, fe, alegría, escucha, confianza, fidelidad, disponibilidad, encuentro… entre otras muchas. Después cada uno de nosotros tuvimos la oportunidad de hacer un itinerario y un relato de nuestra vocación, de reconocer su presencia en nuestra vida, intentando aprender a ver, vivir y leer nuestra historia a través de los ojos de Dios. Más tarde se nos invitaba a compartir libre y sencillamente nuestra vocación en grupos. Esta experiencia fue una riqueza y una Gracia, donde cada uno hablaba desde la verdad y lo más profundo y en donde se escuchaba la historia de la otra persona como algo sagrado. En cada uno de nuestros relatos sobre nuestra vocación, se veía como Dios sale a nuestro encuentro y el paso de Él por cada una de nuestras vidas.
El seguimiento
Reflexionamos sobre el significado de la palabra seguimiento en el ámbito religioso, qué es seguir a alguien que ilumina nuestra vida y nos atrae. Seguir al Señor es adoptarlo como Señor de nuestras vidas.
Veíamos que en el grupo de Jesús es Jesús quien elige a sus discípulos y ellos asumen sus sentimientos y su forma de vida. Nos fijábamos en que si Jesús vive fascinado por el Padre y el Reino, sus seguidores tienen que vivir descentrados de sí mismos, para asumir el estilo de vida de Jesús por el Padre y el Reino. El discípulo de Jesús siempre está aprendiendo de la persona de Jesús y del Padre, y veíamos como lo nuestro es un camino de discipulado para siempre, estando en libertad total. A continuación de esta reflexión tuvimos oportunidad de tener un tiempo de trabajo personal, sobre nuestro seguimiento, los “peros” que nos habían surgido, los momentos de desconcierto e indecisión, los medios que nos ayudan, donde muchos coincidíamos en el acompañamiento, la oración, el confiar en Dios y en las personas que tenemos a nuestro lado, las mediaciones y herramientas que se nos ofrecen a través de nuestras congregaciones, entre otras cosas.
Los signos que muestran el gozo del seguimiento a Dios, donde unos de esos signos es la alegría y el sentirse Feliz con lo que somos y hacemos.
La comunidad
Reflexionamos sobre el ideal de la vida comunitaria y lo insustituible en una comunidad religiosa como es; creer en la comunidad como espacio humano habitado por la Trinidad, la vida fraterna quiere reflejar al mundo la hondura y riqueza de este misterio de comunión, está formada por seguidores de Jesús, llamados y convocados por Él, comunidad centrada en la escucha de la Palabra y trata de hacerla vida, vive comprometida con el Reino en este momento de la historia, abierta a las necesidades de los hombres, es comunidad de vida familiar y de relaciones fraternas profundas y auténticas, donde se acogen las diferencias y se da cabida a la pluralidad, es comunidad que cuida en primer lugar de las personas y sus necesidades, luego de lo organizativo.
En el compartir decíamos que lo que más nos llamaba la atención de Jesús como formador y miembro de la comunidad, es su cercanía, comprensión, sencillez, transparencia, servicialidad, escucha, su amor incondicional, su capacidad de mirar a fondo y en el fondo, su capacidad de sanar…
En dónde compartíamos que queríamos construir una comunidad fraterna, transparente, sencilla, sabiendo acoger al otro como es y con lo que tiene, una comunidad afianzada en su Centro, para no vivir superficialmente. Queriendo aportar lo que cada uno somos y tenemos, siendo transparentes, disponibles, teniendo detalles y gestos de cercanía con los hermanos y hermanas, entre otras cosas.
Los votos – consejos evangélicos, virginidad, pobreza, obediencia
Cómo introducción a los consejos evangélicos vimos e hicimos un vídeo-forum sobre la película “De dioses y hombres”, donde compartíamos los momentos en que percibimos la entrega–consagración, virginidad, pobreza, obediencia y el proceso interior de la comunidad y de cada uno de los hermanos.
Después trabajamos con nuestras constituciones, sobre cada voto, con tres preguntas, ¿Qué? ¿Por qué? ¿Cuál es el fundamento? Y ¿Cómo? ¿Cuáles son los medios para llevar adelante cada voto? Aquí cada congregación lo expresaba de diferentes formas, pero todas con el mismo sentido y fin.
– De la castidad destacábamos que quién hace voto de castidad es para ofrecerse a Dios y estar disponibles para amar al mayor número de personas posible, ya que la finalidad es amar. Pero amar significa abrazar la pobreza de no poseer al otro.
– De la pobreza destacábamos, que solo quien es muy rico interior y espiritualmente, puede ser muy pobre por fuera. La pobreza es fascinación, aceptar las situaciones dolorosas de nuestra vida es ser pobre. Asumir que la cruz forma parte… Buscar no querer ser protagonista, no dar ni realizar las cosas en nombre propio, sino en nombre de la congregación. Abrirnos a un nuevo modo de amor desde la gratuidad y solidaridad, siendo disponibles y dando de nosotros mismos.
– De la obediencia destacábamos, que la obediencia a Dios es un camino de crecimiento y, en consecuencia, de libertad de la persona, porque permite acoger un proyecto y una voluntad distinta de la propia. A imitación de Cristo, con gesto de suprema libertad y confianza, sin condiciones, la persona consagrada ha puesto su voluntad en las manos del Padre.
Dios manifiesta su voluntad a través de múltiples mediaciones externas
Día de camino y de desierto
Dónde empezamos el camino y el día con María, pudiendo releer, reposar, hacer nuestro todo lo vivido, trabajado, orado, profundizado, compartido, oído, leído durante estos días. Al compartir muchos coincidíamos en dar Gracias a Dios, por todo lo creado, porque a pesar de las dificultades, las piedras, la incertidumbre del camino, Dios siempre sale a nuestro encuentro, nos acompaña y sostiene, y nos pone delante a personas, mediaciones, situaciones que nos acompañan y nos llevan a Él.
Al final del día tuvimos la riqueza de compartir un rato de actuaciones y bailes típicos de los diferentes países, y después terminamos el día como lo empezamos, junto a María.
La fidelidad
El último día concluimos reflexionando sobre la fidelidad y la importancia de ser fiel a quién eres tú y a la opción que hemos hecho, porque las circunstancias cambian, pero nuestro ser no cambia. Dios nos llama, pero también nos capacita, ya que Él puede darnos esa fidelidad. Sabiendo que en este camino no vamos solos, sino con Dios y nuestros hermanos.
La profesión perpetúa
Sobre la Profesión Perpetua, la emisión de los votos perpetuos no es un cierre sino una apertura a la vida y al amor de Dios. Estamos llamados a abrazar el hoy y el así de nuestras congregaciones. No teniendo solo intención de perseverar, sino de dar la vida. Finalizamos con la invitación de vivir en alegría, fidelidad, compromiso, entrega y valentía.
Como mirada al futuro
Estamos llamados a vivir fiándonos del que nos llama, porque Él es fiel. Respondiendo con fidelidad, estando atentos al Espíritu y al mundo que nos rodea para hacer visible el amor de Dios. Vivir en autenticidad y coherencia a la vocación recibida. Sentirnos Iglesia, caminando junto con otros en misión compartida, estando en actitud de apertura, “en salida”.