Fernández-Artime insiste a sus hermanos que para acompañar jóvenes hay que estar acompañado y que el verdadero acompañamiento es en comunidad
El Documento Preparatorio del Sínodo de los Obispos de 2018 sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, brújula en nuestro camino.
Queridos hermanos:
Os escribo esta Carta animado por el deseo de exhortaros a reconocer en este tiempo que vivimos un kairós, un tiempo propicio para nuestro servicio y nuestra comunión eclesial.
El 6 de octubre de 2016, en efecto, el Papa Francisco anunció que en octubre de 2018 se tendrá la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Es la primera vez en la historia de la Iglesia que una Asamblea tan importante y representativa se dedique de modo fuerte y explícito al estudio de este tema. El Sínodo sobre la nueva evangelización (2012) y la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (2013) han afrontado como cumplir la misión de anunciar la alegría del Evangelio en el mundo de hoy; al acompañamiento de las familias en el encuentro de esta alegría se han dedicado, en cambio, dos Sínodos (2014, 2015) y la Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris laetitia (2016).
Como continuidad de este camino, el Santo Padre ha decidido que la Iglesia se interrogue sobre cómo acompañar a los jóvenes en descubrir y acoger la llamada al amor y a la vida en plenitud; ha pedido también a los mismos jóvenes que ayuden a la Iglesia a identificar los modos más eficaces hoy para anunciar la Buena Noticia. El 13 de enero 2017, por tanto, la Secretaría del Sínodo de los Obispos ha presentado a la atención de toda la Iglesia un Documento Preparatorio (DP), para poner en marcha “la fase de la consulta de todo el Pueblo di Dios”.
Como Salesianos de Don Bosco, estamos llamados a ofrecer a la Iglesia el don de nuestro carisma, unido a nuestra reflexión y experiencia pastoral con los jóvenes y para los jóvenes. Por esta razón, hoy os pido que os unáis al esfuerzo de toda la Iglesia en el estudio de este Documento y en responder al Cuestionario adjunto, dejándoos interpelar ante todo por esta pregunta: ante la convocatoria de este Sínodo y la publicación de este Documento Preparatorio, ¿de qué modo nos sentimos interpelados en nuestra experiencia carismática? Os pido que compartáis vuestras reflexiones también con la Iglesia local, con la convicción de que no son solo para los jóvenes y los educadores de nuestras obras Salesianas, sino sobre todo compartidas y discutidas con ellos y con muchos otros jóvenes y educadores comprometidos en la pastoral juvenil de las Iglesias locales.
Con esta óptica de implicación, hemos pedido a todas las Inspectorías que respondan al Cuestionario del Documento Preparatorio y envíen sus respuestas al Dicasterio de la Pastoral Juvenil.
- El primer paso indispensable que hay que dar debe ser leer la historia de los jóvenes que se nos han confiado. Este paso exige estar familiarizados con los restos y las oportunidades del territorio en el que estamos llamados a testimoniar el amor de Dios por los jóvenes, especialmente los más pobres. Toda la primera parte del Documento Preparatorio, en efecto, se basa en la importancia de una lectura de la realidad contemporánea de los jóvenes. En el espíritu de la Evangelii Gaudium estamos llamados a “salir” y a “escuchar”, para compartir después la Buena Noticia. Conocer la realidad de los jóvenes con los que nos encontramos no es un lujo que podemos permitirnos, sino un deber que no podemos soslayar. No hacerlo sería una traición, dar la espalda al grito con frecuencia oculto, pero profundo, de los jóvenes. La tentación del “lo hemos hecho siempre así”, junto a la actitud del “sabemos ya la respuesta”, aunque haya cambiado la pregunta, son los verdaderos peligros que debemos reconocer y evitar.
- La segunda parte del Documento Preparatorio se concentra en los conceptos de fe, discernimiento y vocación. Estos están estrechamente unidos entre sí: la fe es fuente del discernimiento vocacional, “hace descubrir una gran llamada, la vocación al amor, y asegura que ese gran es fiable, que vale la pena entregarse a él, porque su fundamento se encuentra en Dios, más fuerte que cualquier fragilidad” (LF, 53). Como Salesianos, en este campo estamos llamados a reconocer algunos retos y a reforzar algunas opciones: nuestra propuesta educativa y pastoral debe ofrecer a los jóvenes caminos que los lleven a vivir una experiencia humana integral; esta propuesta debe ayudar, por tanto, a los jóvenes a vivir la vida como un don que acoger y compartir, del que se debe ser consciente y del que debemos estar agradecidos; finalmente, como educadores y pastores, estamos llamados a acompañar a los jóvenes en el discernimiento de su propia vocación y, por tanto, en la construcción de su propio proyecto de vida, con la conciencia de que “no hay una vocación que no esté ordenada a una misión” (DP II, 3).
Los temas del discernimiento y del acompañamiento requieren una seria y competente preparación – humana, espiritual, carismática – de todos los componentes, consagrados y laicos, de la Comunidad Educativo – Pastoral. Os invito a evitar dos tentaciones pastorales.
La primera tentación que encontramos aquí es la de pararnos a constatar la falta del tiempo y de los recursos necesarios para un fuerte compromiso en el acompañamiento de los jóvenes. A esta tentación respondemos ofreciéndonos como primeros a convertirnos nosotros mismos en verdaderos y auténticos testigos en dejarse acompañar: “guías guiadas”, que hacen en sí mismas la experiencia personal del acompañamiento espiritual y solo entonces están en condición de ofrecerla a otros, generando procesos eficaces de formación en el acompañamiento para los laicos corresponsables en la misión salesiana.
La segunda tentación es la de contentarnos con una visión reducida del acompañamiento, que casi exalta el papel individual del acompañante en este proceso. A esta otra tentación respondemos ofreciendo a los jóvenes, allí donde estemos presentes, un acompañamiento gradual en varios niveles: un acompañamiento de la obra salesiana, que acoge a los jóvenes y les transmite un “espíritu de familia”; un acompañamiento de la comunidad educativo-pastoral, que a su vez requiere estar guiada en la corresponsabilidad de la misión salesiana y en el discernimiento comunitario que precede al proyecto educativo y pastoral; un acompañamiento del grupo en el que el joven se inserta, en un camino gradual de discipulado y apostolado; por último, el acompañamiento personal del joven, decisivo para su discernimiento vocacional.
El Documento Preparatorio nos indica que este último tipo de discernimiento no es un hecho cerrado en sí, sino un “proceso con el que la persona llega a hacer realidad, en diálogo con el Señor y a la escucha de la voz del Espíritu, las decisiones fundamentales, a partir de la del estado de vida” (DP II, 2). En cada joven educado en la fe resuena esta pregunta: “¿Cómo vivir la Buena Noticia del Evangelio y responder a la llamada que el Señor dirige a todos los que se encuentran con Él: a través del matrimonio, el ministerio ordenado, la vida consagrada?” (DP II, 2). Recordando la vocación universal a la santidad (LG 40), estamos llamados a acompañar a cada joven, sin excluir a ninguno, hasta esa pregunta fundamental, es decir, hasta el umbral de la vida adulta, proponiendo gradualmente, pero sin miedos, Como hizo Don Bosco, la meta de una medida alta de vida humana y cristiana.
- La tercera parte del Documento Preparatorio recoge algunas indicaciones sobre la acción pastoral, distinguiendo sus sujetos, lugares e instrumentos. Estamos invitados a volver a “acompañar a los jóvenes”, a través de los tres movimientos de “salir”, “ver” y “llamar”, que suponen el modo con que Jesús se encontraba con las personas de su tiempo. Este recuerdo nos resulta familiar a nosotros los hijos de Don Bosco, y constituye una llamada ulterior a la escucha de los jóvenes y a la disponibilidad incondicional ante sus necesidades, conscientes de que el hecho de que la relación de paternidad espiritual es la prolongación de una paternidad educativa. Del encuentro con los jóvenes, bien configurado por la práctica de la asistencia, puede florecer el acompañamiento hacia el discernimiento vocacional y la consiguiente construcción del proyecto de vida del joven.
Cuando el Documento Preparatorio invita a llamar y considerar sujetos de la pastoral “a todos los jóvenes, sin excluir a ninguno”, resuena en nosotros la certidumbre, que es nuestra y lo fue de Don Bosco, de que “en cada joven, aun el más desgraciado, hay un punto accesible al bien”. En vista de una acción pastoral de calidad ofrecida a jóvenes con necesidades diversas, pues, debe promoverse una clara y compartida experiencia de todos los sujetos de la comunidad que educa y evangeliza: la Comunidad Educativo – Pastoral. Esto requiere, por parte de la Comunidad Salesiana local y de la animación Salesiana Inspectorial, un esfuerzo cada vez más serio, cualificado y programado de la formación de los laicos colaboradores, también en el tema del acompañamiento de los jóvenes.
A la implicación corresponsable de los diversos sujetos de la acción pastoral, debe unirse una inteligencia pastoral que no se limite a una propuesta pastoral genérica, sino que se traduzca en procesos de discernimiento comunitario sobre la redacción compartida de un Proyecto Educativo-Pastoral. En el proyecto pastoral, además, es oportuno que los itinerarios ofrecidos miren lo más posible a los jóvenes como sujetos a los que responsabilizar en el camino de crecimiento humano y de fe, y que se propongan dentro de una lógica gradual del camino. Os animo, pues, además, a esforzaros en ofrecer caminos de oración dentro de los procesos educativos y evangelizadores, en los que los jóvenes puedan saborear el valor del silencio y de la contemplación: “no hay discernimiento sin cultivar la familiaridad con el Señor y el diálogo con su Palabra” (DP III, 4).
Junto a esta carta, os ofrezco tres preguntas, que pueden guiar vuestra reflexión sobre los retos y las oportunidades de la fe y del discernimiento vocacional de los jóvenes hoy. Estas tres preguntas las ofrezco como pista de reflexión a los diferentes Consejos Inspectoriales, en las reuniones de los Directores, de los Salesianos del quinquenio y de los tirocinantes. Invito también a explorar la posibilidad de ofrecer estas tres preguntas a los diferentes grupos de la Familia Salesiana:
- ¿Cuáles son las propuestas que en el ámbito de la Iglesia local estamos proponiendo para que la Evangelii Gaudium permanezca como la brújula de nuestro camino pastoral?
- ¿Cuáles son las opciones pastorales que estamos favoreciendo y/o podemos proponer para que todos, jóvenes y adultos, padres y educadores, catequistas y animadores, nos sintamos parte de una comunidad que educa en la fe, una comunidad que evangeliza?
- ¿Cuáles son las dificultades que pueden debilitar la continuidad y la solidez de los procesos pastorales? ¿Cuáles son las propuestas para reforzar la continuidad y la solidez de los procesos pastorales?
Siguiendo la invitación del Santo Padre (DP III, V), confiamos a María este camino en el que, con toda la Iglesia, nos interrogamos sobre cómo acompañar a los jóvenes en acoger la llamada a la alegría del amor y a la vida en plenitud.