VIERNES SANTO

0
1330

TODO SE HA CUMPLIDO…TODO SE HA PARADO
Llegó el viernes y, con él, el silencio. Muchas palabras que hablaban de Dios, muchas obras que quieren anunciar a Dios. Castillos construidos de naipes. Planes, proyectos, encuadres y cronogramas… Todo encuentra explicación y sentido. Por fin, una palabra que, por si misma, tiene fuerza y hace pensar: ¡silencio!
Ensordecedor y difícil, el silencio del viernes santo nos devuelve a la realidad de lo que somos. Lo poco que somos. Hoy descubrimos que todo lo hacemos por Él y, curiosamente, a veces, sin Él. Hoy entendemos que el silencio de su partida, llena de voces nuestra responsabilidad: por quién y para quién hemos dado el vaso de agua, cuántas y cuáles han sido nuestras visitas a las cárceles de la vida, cuánto hemos estado en los lechos de dolor, a quiénes hemos vestido o alimentado o escuchado… Definitivamente el silencio del Viernes Santo, llena de palabras el compromiso y la verdad de los compromisos reales de los religiosos…
Hay personas que no soportan el silencio. El ritmo social llena de ruidos la realidad para que ésta se llene de imaginación en nuestro interior. Hay ruidos que excitan, otros levantan el ánimo y algunos despistan. El ruido silencioso del viernes santo, sencillamente, centra. Nos vuelve o devuelve al misterio de la vida, donde se unen el ser y el deber ser, y ahí, desnudos, reconocemos la verdad de la opción, la sinceridad del amor o la existencia construida para ser expuesta en un escaparate.
Es día de silencio, día de Iglesia, de comunidad… de hermanos. En el silencio de la tarde, descubrir cómo el dolor de no haber estado, o haber estado poco, permitió el crimen, la injusticia o la mentira. Porque la comunidad que es capaz de compartir la debilidad y el pecado es aquella que entiende el silencio del viernes santo. No es cuestión de culpables, ni de reproches morales… Es cuestión de humanidad y, ésta, aunque no lo quiera, necesita el silencio del viernes santo… el que remueve las entrañas y refuerza los compromisos de manera que, capaces, podamos seguir soñando que mañana… de madrugada, el silencio se llenará con una sola palabra: vida.