Vender

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Un tesoro escondido, una perla de gran valor. Dos cosas que se encuentran por casualidad y que obligan a tomar una decisión radical: vender todo lo que se tiene. Este es el Reino según Jesús.
Descubrimiento que lleva a dejar lo antiguo, totalmente. Pablo dirá que todo lo estima basura en comparación con la novedad de la Buena Noticia.
Un dejar atrás las seguridades (todo lo que uno tiene) para dar el paso hacia la «alegría» de ese nuevo hallazgo. Inversión dirían algunos, otros riesgo, otros locura de «ciento volando».
Lo que está claro es que supone un cambio cualitativo, una ilusión, una alegría, un más allá increíble que aparece ante los ojos casualmente.
Puede que se busque con insistencia pero aparece sin esperarlo, como esa sorpresa de un primer brote después del invierno.
Y el paso del riesgo, del dejarlo todo, del vender las posesiones, es lo que nos pone tristes como al rico del otro relato de Jesús. Es esa tristeza inmensa del que tocó el infinito con sus dedos pero que después se alejó diciendo que estaban verdes como en la fábula. Del que quiso, generoso y soñador, apostar el todo por lo que los demás (casi siempre nos convencen) nos dicen es nada. Imposibilidad de salto sin red, de mar hermoso pero profundo, de redes de peces casi vacías, de emauses tristes, de tumbas cerradas.
Pero siempre hay alguien que vende todo, alguien que vive sin nada, alguien que encuentra y se llena de alegría de ciento por uno.

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