jueves, 2 mayo, 2024

Uno de estos pequeños

El evangelio de este domingo nos presenta unas palabras de Jesús duras y desconcertantes. Las podemos dividir en dos bloques. 

En primer lugar aquellos que no son del grupo de Jesús pero que actúan en su nombre. Y esta actuación es la que crea milagros. Y los discípulos no lo entienden porque creen que son ellos los que tienen la exclusiva de actuar en su nombre, de curar, expulsar demonios, anunciar la Buena Noticia. Pero el Maestro no lo duda: «Quien no está contra nosotros está con nosotros». No hay exclusividades o patentes de corso en la misión. No hay ellos o nosotros según criterios de pertenencia o adjetivos que vienen después de «cristianos». Y los milagros nacen donde la libertad del Espíritu toma cuerpo sin importarle instituciones o apellidos o preparación o puntos acumulados. 

En segundo lugar nos encontramos con el bloque de las palabras más duras: la rueda de molino encajada en el cuello, el amputarse una mano o un pie, el arrancarse un ojo. Evidentemente no se trata de hacer una lectura literal, pero la gravedad sigue estando presente en este relato. 

La premisa primera que desencadena todo ello hasta la llegada al Reino o al fuego que no se apaga es «ser ocasión de pecado para uno de estos pequeños». Ocasión de pecado o escándalo para los preferidos de Jesús, para aquellos que condicionan el acceso al Reino; es más, para los que ellos mismos son Reino. Pequeños a los que es regalado la revelación de todas las cosas, los sencillos, los bienaventurados, los que no buscan el poder sino que están atentos a las necesidades de los demás. Son, en definitiva, los que niños, grandes o pequeños, tienen la intuición y el sabor de la perla encontrada por la que se vende todo o las que lloran secando los pies del Maestro con sus cabellos. 

Y la ocasión de pecado o el escándalo son siempre los mismos de lobos disfrazados de corderos, de búsqueda de primeros puestos, de querer ser vistos en plazas y sinagogas, de vestirse con largas filacterias que nos distinguen de los demás y nos sitúan en la esfera sagrada que nos pone por encima, de observar cómo el resto del mundo son unos pecadores mientras que nosotros somos los puros que dan gracias a Dios por no ser como ellos… Y aquí cada uno puede seguir poniendo ejemplos de piedra de molino. 

Pidamos la este Dios que nos haga nacer de nuevo, pequeños. 

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