Un poco de ti

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Esta tarde me he venido a una cafetería, que suele estar llena de jóvenes, quería contemplarles. Están juntos, bastantes con sus ordenadores portátiles, charlan y ríen…y me digo: ¿Cómo podremos captar su atención? ¿Despertar su sed? Junto a ellos me detengo en unas expresiones del diario de Etty Hillesum, esta joven judía de la edad más o menos de la muchacha que tengo en frente, unos veintitantos años. En los tiempos trágicos del nazismo que le tocó vivir, su vida maduró en un corto espacio de tiempo. Ella nos enseña a volvernos hacia Dios desde cualquier situación que atravesemos, a dejarnos tocar en esas dimensiones que percibimos más oscuras en la realidad, y en nosotros mismos, y a dejarnos llevar a amplios espacios de claridad y de aceptación. Escribía en su diario: “Gratitud, siento de pronto una fuerte gratitud…Dios mío, cógeme de tu mano, te acompaño sin resistirme. No rehuiré nada de lo que me llegue en la vida, lo asimilaré con todas mis fuerzas, pero dame de vez en cuando un breve instante de tranquilidad…Intentaré irradiar algo del amor, del verdadero amor humano que hay en mí, en cualquier parte que esté. No quiero ser nada especial, sólo quiero ser aquella que, interiormente, todavía está buscando su pleno desarrollo. Prometo que viviré al máximo esta vida y que seguiré adelante. A veces pienso que mi vida empieza ahora mismo”.

Me ensancha el horizonte saber que nuestra vida está insertada en otras vidas, en otros caminos, y que necesitamos empezar de nuevo cada vez, recrear los mapas para ir descubriendo y recorriendo eso que en nosotros todavía está buscando su pleno desarrollo. Etty decía también: “Cómo se sitúa una interiormente ante los acontecimientos de la vida, eso determina el destino. De pronto se me cae todo el peso de encima y surge una especie de bienestar en mí y hacia mí, y aparece un velo a través del cual se ve la vida más suave y amable. Estar reconciliada con la vida…Dios mío, te agradezco que me hayas creado como soy. Te agradezco sentir una amplitud tan grande en mí, ya que esa amplitud no es otra cosa que estar colmada de Ti En mi vida hay sitio para muchas cosas”.

Contemplo de nuevo a esos jóvenes que tengo frente a mí, querría que también experimentaran la bondad de la vida y con cuanto anhelo son buscados por Otro, tener sitio para ellos y hacerles presentir algo de esa Belleza y de esa Amplitud.

Siento, Señor, que no son muchos “métodos” lo que necesitamos para llevar tu Buena Noticia, que quizás sobreabundemos en predicaciones y en disertaciones, y andemos más escasos en hombres y mujeres que irradien sencillamente un poco de Ti