La Trinidad se puede percibir como un galimatías intelectual o como una forma de amor de un Dios que se comunica en esta clave.
La esencia amorosa de Dios se comunica hacia fuera y hacia dentro: comunión-misión, son dos caras de la misma moneda.
Padre, Hijo y Espíritu dibujan un amor que se expande, una comunión que no se queda en la mera privacidad de un egoísmo intimista.
El amor se expande para salir de las zonas de confort y aventurarse por los caminos inciertos de lo desconocido pero amable. A esos lugares y personas que no pueden creer en la comunidad porque nadie les ha presentado a este Dios-con-nosotros, porque creen que es un Dios-para-mi, como si el amor se pudiese privatizar.
Celebramos al Dios-comunión, a la Triunidad en la que cabemos todos y que nos envía a ser testigos del amor expansivo. Fecundidad hermosa.