Tirar piedras

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Quien esté libre… Y ninguno lo estamos. Y estaría bien que lo recordásemos antes de condenar (más allá incluso del juicio).

Tan acostumbrados a pisotear al roto que, a veces, ni lo vemos lapidado/a, destrozado. La mujer cometería adulterio con otro que nunca apareció, ni se le juzgó, ni se le nombró… hasta en eso es injusto el mal juicio y la vil condena. Y por ello más enorme el perdón regalado por aquel que dibuja con el dedo.