SUPOSICIONES

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mariola-webIba sentada en el autobús junto una mujer que después de la parada a mitad del viaje subió descompuesta, le habían robado la cartera mientras estaba en la cafetería y llevaba mucho dinero. Tenía el bolso abierto y estaba segura de que una extranjera, una chica que parecía del Este con mal aspecto, se la había quitado al acercarse a ella. Subió al autobús en el que viajaba esta mujer y se lo contó al chofer, pero el conductor le dijo que si no tenía seguridad no podía hacer nada y el autobús salió para Madrid antes que el nuestro. Entonces llamó a la policía para que detuvieran a esta mujer cuando llegara a la estación, tenían que retenerla y registrarla, y conforme nos iba relatando los hechos todos los indicios apuntaban a ella. No había pasado ni una hora cuando recibe una llamada al móvil, era su padre: “Hija, que al llevarte esta mañana a la estación se te ha caído la cartera en mi coche”… De pronto los que íbamos cerca de ella enmudecimos, todas las suposiciones habían sido falsas, toda la desconfianza y la rabia volcada contra esa chica del Este… Pensé en lo que habría pasado si llegan a detenerla en Madrid y le piden los papeles, la interrogan, la retienen… Cuantos malentendidos están basados en suposiciones. También en nuestra vida comunitaria, muchas veces no es por lo que nos decimos, sino por lo que suponemos que la otra piensa, por los juicios callados, por los indicios que creemos ir encontrando, por los miedos infundados… y dejamos de actuar o de expresarnos o, a veces, hasta de querernos más, por estas suposiciones.

Ahora que entramos en el verano es buen momento para airear las relaciones, para dejar de pensar que son los otros los que nos “roban algo”, o nos “deben algo”… porque en el fondo las cosas más importantes de la vida dependen de cada uno y de cómo elegimos situarnos en ella. Mi compañera de autobús no pudo disculparse de aquella mujer anónima pero nosotros sí que podemos preguntarnos al recorrer el curso transcurrido: ¿qué he recibido de aquellos con los que comparto la vida? Lo que más me cuesta del otro ¿qué me invita a modificar en mi? y aquello que me atrae del otro, que me hace bien ¿cómo puedo agradecerlo más?…

Me ayuda lo que Rabia, una mística sufí, respondió cuando le preguntaron: “¿Amas a Dios?”. –“Sí”. “¿Odias al diablo?”. –“No, mi amor por Dios no me deja tiempo para odiar al diablo”.