Y hace 50 años empezó su andadura como Hija de la Caridad. Una vida repleta de entrega para aliviar el dolor del ser humano. Hoy colabora en nuestra parroquia y en un piso de acogida, su vitalidad y humildad siempre la acompañan.
Agradecer nos permite reconocer los signos de vida, valorar las experiencias y lo que hemos recibido de las personas que han pasado por nuestra vida. Si pasamos de largo sin agradecer lo que vamos viviendo, nos perdemos el significado profundo de vivir.
Dios pasa por la vida, deja su huella, hace camino y da fuerzas. El Dios de la acogida se ha expresado y se sigue expresando en su vida, se ha hecho cuidado y ternura en muchas situaciones de dolor, de sufrimiento y abandono. Ese Dios es el que la acompaña y la renueva cada día…
Gracias hermana por ser como eres, por tu deseo de vivir sin dejar que las circunstancias te dobleguen. En este tiempo seguro que has vivido muchos momentos de felicidad pero también de preocupación. Cada uno de ellos te ha ido tejiendo como eres hoy.
Gracias por tu cariño, por tu presencia, por ser signo de esperanza en el mundo de hoy. Gracias por poder celebrar hoy una promesa, un compromiso hecho vida que se ha ido renovando cada día. Tu vida nos transmite fecundidad que se ha dado y se ha recibido. Gracias por poder participar en esta fiesta, la fiesta de una promesa cumplida.