En cambio, la segunda parte, el sustantivo, ofrece muchas posibilidades en la actualidad. Un universo que se comprende como la totalidad en la que estamos inmersos y que nos sitúa en la pequeñez real de lo que somos. Desde la escala del universo aparecemos como un punto diminuto, como algo casi insignificante al lado de otras muchas realidades.
Nos encontramos en medio de la creación como seres capacitados para el cuidado y la contemplación de la inmensa belleza a la que también pertenecemos. Cuidado de los demás (de todo) como esos jardineros del relato del Génesis. Y, también, admirados contemplativos de lo grande y lo pequeño.
Tarea y don que nos acerca al comienzo del adviento.