Silenciamiento y amor
He vuelto a reencontrarme con Etty Hillesum en sus “Escritos esenciales”, sus palabras vienen como bálsamo y tienen el poder de despertar anhelos y registros hondos, como si me devolvieran a mi verdad, a esa casa de la que me alejo, a ese lugar interior de calma y de quietud que permanece intacto en medio del oleaje. Desde sus propias experiencias tan humanas, Etty llama a la puerta de nuestro corazón para que no olvidemos el gran amor que puede llegar a albergar. Sus amigos, sus lecturas, el cielo azul, las heridas de la gente, el sufrimiento de su pueblo judío… todo lo vive, reveladoramente, como ocasión para agradecer la vida y experimentar en ella la bondad de Dios.
Su voz nos invita en nuestro tiempo a recuperar ese centro interior desde el que todo se ordena, donde la realidad se pacifica y encuentra su sentido: “La fuerza viene de dentro, de un pequeño y cerrado centro al que me retiro a veces, cuando el mundo exterior me resulta excesivamente ruidoso”. Etty encuentra en ella un espacio de silencio desde el que puede acoger con receptividad la vida y, a la vez, nos señala su dificultad: “No es tan sencilla esta media hora de silencio, necesita un aprendizaje: desalojar nuestros ruidos, incluso nuestras emociones y pensamientos edificantes y convertir lo más íntimo de nuestro ser en una vasta llanura vacía en la que ni el más leve rastro de maleza impida entrar en ti algo de Dios y algo también de amor”.
Este silenciamiento y este espacio para el amor ¡nos hacen tanta falta¡ Ojalá se nos regale gustarlo en esta Pascua y podamos decir con Etty, y con tantas mujeres con las que hacemos el camino a Galilea: “me has enriquecido tanto, Dios mío, permíteme también dar a manos llenas