Recibirán una sentencia más rigurosa

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Las actitudes de los fariseos que nos describe Jesús no están muy lejos de algunos modos de actuar en la Iglesia: búsqueda de primeros puestos y asientos de honor, amplios ropajes que produzcan reverencias bajo mentira de identidad, intento de enriquecimiento con pretexto de sacralidad y cercanía a Dios… Todos ellos (nosotros?) recibirán una sentencia más rigurosa. 

Esta sentencia no es justicia vindicativa, sino exigencia amorosa de haber vivido una mentira, adulterado la Buena Noticia, negociado con la Vida en abundancia. 

El Evangelio es esa viuda pobre, que pasando necesidad, echa en el arca de las ofrendas todo lo que tenía para vivir. La locura de darlo todo para quedarse a la intemperie, en dependencia absoluta de los demás. Y no da para que le den, ni para quedar bien; dos reales ni siquiera hacían ruido al caer. Un nada que es todo. 

Da por generosidad, tanta que se olvida de sí misma (algo que no fue capaz de hacer aquel rico que le preguntó a Jesús que tenía que hacer para heredar la vida eterna)

Y ante esta viuda sin nombre, ni edad (nos la imaginamos mayor pero no tenía porque serlo), aparecen nuestras actitudes al descubierto y los primeros puestos parecen menos deseables y la anchura de ropajes se asemeja más al disfraz que a la identidad y el devorar riquezas no tienen nada que ver con la oración aunque quizá sí con los rezos…

Un nada que es todo

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