Cuestión de Carisma
A mi hermano y amigo, José Cristo Rey le entregan el premio carisma. Evidentemente es un galardón más que merecido y un reconocimiento más que necesario. Pepe –que así lo llamamos los de casa– no hace teología o vive teología para ser reconocido. Le sale por los poros. Lo suyo es una juventud dilatada en el tiempo que le impulsa a estar siempre creando. Lo suyo es la esperanza puesta al servicio de la misión y la comunión. Las suyas son siempre palabras que no dejan indiferente a nadie porque mueven, tocan y arrastran. A veces son palabras que, envueltas en sonrisa y buenas formas, denuncian, desvelan la herida para que sane o claman contra la injusticia. Son palabras de Reino y como tales siempre crean.
Ahora a las puertas del premio carisma de formación y espiritualidad (el título se las trae) se me ocurre además subrayar un aspecto que está siempre presente en la vida de Cristo Rey: nunca ha perdido la esperanza. Convivir con él es llenarte, relanzarte y crecer. Es de esas personas que irradia y promueve –siempre y a todos– crecimiento. En su vida le han pasado cosas. No le ha faltado la incomprensión y la crítica –cuando alguien brilla siempre hay quien se siente deslumbrado–, pues bien, incluso en esos casos, puedo dar testimonio de que jamás ha perdido la confianza en la fraternidad, la comunión y la misión. Siempre ha caminado seguro en una esperanza que sustenta en quien puede hacerlo. Solo y sencillamente porque es un hombre de fe.
Pepe no tiene miedo de abrir caminos, porque sabe que en los caminos está el santo Espíritu de Dios. No teme nuevos estilos de fraternidad, vocación, comunión y misión porque cree profundamente en el ser humano como interlocutor de Dios. Pepe es un pensador infatigable, un lector apasionado, un innovador. Esa anhelada relación entre la cultura y la fe; entre la teología y la ciencia; entre el ayer de la historia y la profunda transformación informática… es su vida.
Buen misionero. Buen teólogo, buen músico, buen amigo. Uno de esos regalos completos que Dios hace para que nunca se nos olvide que su presencia es el bien y orienta siempre hacia el bien. Compañero infatigable en la construcción diaria de la revista Vida Religiosa. Su constante entusiasmo nos mantiene en un «y por qué no…» que nos abre a nuevas expectativas y visiones…
Hablar de José Cristo Rey es, por supuesto, hablar de carisma. Es hablar de vida. Gracias.