Sí, la Navidad es, ante todo, el signo del acuerdo. Hay muy pocos acontecimientos que nos resulten incontestables. Lo que a uno le parece estupendo, otro piensa que no tanto. Lo que para algunos es acontecimiento de fiesta, para otros no es sino desilusión. La riqueza de una parte de nuestro mundo, inmediatamente se convierte en pobreza para la gran humanidad… Pero esta fragmentación encuentra su acuerdo en la noche de Navidad.
Nace para todos y con todos. Es convocatoria para los diferentes, hace hermanos a los distantes, une lo que parecía irreconciliable. Definitivamente nos recuerda el deseo más profundo que habita en todos los corazones. Navidad es el reflejo de la bondad que está en el corazón de toda persona.
Una noche para perder sabiduría, porque sólo la sabiduría que se hace vida en los más débiles nos puede enseñar algo; una noche para perder seguridad porque sólo en la inseguridad de un recién nacido volvemos a intuir en qué consiste la inocencia; una noche para perder poder, porque sólo en la pobreza del belén volvemos a reencontrar la fuente de la felicidad.
Por fin nos ponemos de acuerdo. No sobra nadie. Nadie está equivocado… con todos y para todos; cercanos y lejanos; del centro y las afueras; del norte y el sur; los de siempre y los nuevos… Con todos y para todos, absolutamente, es Navidad. ¡Muchas felicidades!