Por añadidura…

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En el Evangelio del domingo se nos invita a buscar el Reino de Dios y su justicia y a olvidar nuestras preocupaciones, lo demás se nos dará por añadidura… En un tiempo, también eclesial, en el que se buscan todo tipo de seguridades se nos pide que nos fiemos de lo que se denomina «providencia». Quizá sea una palabra con demasiada carga del pasado y poco efectiva en el presente complejo y diluido. Hoy se puede tachar de ingenua, pero lo que se nos da por añadidura es lo que está más cerca del Reino, probablemente sea el Reino.

Esos acontecimientos o personas que llegan de pronto, sin esperarlas, sin pedirlas, sin exigencias, gratuitamente. Llegan rompiendo la monotonía y los planes, rompiendo lo aprendido o querido y lo revuelven todo de una manera suave. Lirios o pájaros sin preocupaciones que nos resitúan en lo importante, en la esencia diseminada por los afanes caducos, grandes o pequeños, que nos consumen la vida. Ese descubrir sorprendente y sanante que da claridad a las oscuridades, también al pecado.

Todos tenemos experiencia de ello y no sabemos ponerle palabras acertadas, pero están ahí. Lo mejor de ésto es que no lo puedes buscar, aparece cómo y cuándo quiere, sin esfuerzo, sin prometeísmos estériles. Lo diminuto que vuelve a hacerse grande, grano de mostaza generoso. Regalado por añadidura, providencia fecunda.

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