Él es la vid y nosotros los sarmientos. Hoy son tiempos de permanecer en la vid. De confiar profundamente en que la savia nos llega a raudales de gratuidad, de medidas rebosantes de Reino. Savia que sabrosa vida, desparramada con exageración por todo el tronco para que nazca el fruto. Fruto que siempre es racimo, que siempre es comunidad, pertenencia que permanece a pesar de nosotros mismos.
Vino nuevo de entrega y servicio, de gratuidad, que ya no puede caber en los viejos odres de normas e instituciones que ahogan la savia. Savia libre que engendra libertad de pertenencia de un Dios vid y pan y belleza y entrega nueva que permanece, en la vid resucitada.