No sé que hubiera pensado de mí esa chica del metro si me llega a descubrir fotografiando a escondidas la bolsa que llevaba en el regazo… pero ¡hay tanta sabiduría escondida entre sus dibujos!
No sé si la foto furtiva da como para apreciar que, debajo de la invitación a disfrutar de las pequeñas grandes cosas, hay algunos ejemplos representados: darse un capricho tontorrón, mirar un buen rato el mar, descubrir un rincón con encanto, cantar una canción de Alaska a grito pelado o disfrutar de un paseo en bici. Nuestra vida cotidiana está plagada de momentos pequeños, discretos, imperceptibles… pero que dejamos que se nos escurran entre los dedos.
Quizá en esto consista la sabiduría, en descubrir los regalos escondidos que el Señor nos invita a disfrutar. Por eso, cada noche tendríamos que atrevernos a responder a esta pregunta: ¿cuáles de esos pequeñas grandes momentos que hoy he dejado escapar?