PATRICIA MURRAY, SECRETARIA EJECUTIVA DE LA UISG

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«Hay muchas mujeres en todo el mundo con experiencia y buena formación teológica. Hay que contar con ellas en las decisiones de transformación que se están dando»

¿Cuál es la misión fundamental de la secretaria ejecutiva de la UISG?

Apoyar a la Junta Ejecutiva en su ministerio de servicio a las mujeres que lideran las congregaciones femeninas de todo el mundo. Y concretando un poco más, yo diría que se expresa en los siguientes servicios:

– Hacer visible la identidad carismática de la vida religiosa apostólica y fomentar su desarrollo en la Iglesia y en el mundo.

– Compartir experiencias, intercambiar información y promover la comunicación social y religiosa.

– Reflexionar sobre los desafíos de la época y buscar respuestas adecuadas.

– Incrementar y reforzar las relaciones con el Vaticano y, en particular, mantener vínculos de colaboración, coordinación y diálogo con los dicasterios, consejos y otros organismos que se ocupan especialmente de la vida religiosa femenina.

– Expresar solidaridad, colaborar en proyectos de interés general y fortalecer los lazos de comunión.

Nuestro enfoque como hermanas religiosas es “nunca hacer solas lo que podemos hacer juntas”.

¿Qué percepción tiene de los efectos de la Covid-19 en la vida consagrada? ¿Hemos aprendido algo? ¿Ha mejorado el sentido de misión e implicación en la transformación del mundo?

Covid-19 ha tenido un enorme efecto en las vidas y ministerios de las hermanas. Piense que la UISG tiene casi 2.000 miembros que representan a más de 650.000 hermanas. Por eso tenemos la percepción del impacto que ha experimentado todo el mundo. Solo por explicar lo que afirmo:

Han muerto muchas religiosas, muchas de ellas eran hermanas jubiladas de edad avanzada que han prestado servicios en tantos ministerios diferentes durante muchas décadas en muchos sectores distintos (catequesis y evangelización, educación, salud, desarrollo comunitario, promoción de la mujer, etc.). Otras que murieron estaban en ministerios de primera línea sirviendo como médicos, enfermeras, otras funciones en el cuidado de la salud y el desarrollo de la comunidad. Muchas trabajaban entre los pobres y respondían a la crisis inmediata de falta de alimentos cuando las personas perdían sus empleos o los suministros de alimentos ya no llegaban a sus zonas  rurales o urbanas. No sabemos el número exacto de fallecidas porque no es apropiado preguntar en este momento cuando las hermanas y las familias todavía están llorando su pérdida.

Las hermanas han estado cerca de las necesidades inmediatas en las muchas comunidades donde viven en todo el mundo. Han  movilizado a las comunidades para hacer mascarillas, para crear formas de asegurar que las personas tengan acceso al agua. Han alertado a sus escuelas, hospitales, vecindarios y zonas remotas sobre los peligros del Covid y han emprendido campañas educativas para ayudar a las familias y comunidades a protegerse, especialmente en lugares donde los recursos son escasos.

En algunos lugares han sentido el dolor de estar aisladas de las personas a las que sirven, debido a las normas de alarma, pero han encontrado formas creativas de vincularse por teléfono, Skype, Zoom, etc. Ofrecen una presencia de apoyo a través de la escucha, las conversaciones, el intercambio de oraciones, el ofrecimiento de consejos e información.

Hemos visto que Covid ha hecho crecer el miedo y la ansiedad de muchos y , como ha ocurrido en todas las pandemias de la historia, las hermanas han visto un aumento de la xenofobia y la tendencia a temer y culpar a los demás.

Hemos aprendido lo interconectados que estamos en el mundo y que tenemos la responsabilidad de cuidarnos unos a otros. Vemos cómo la solidaridad y la comunión requieren decisiones concretas y, además, que no hay fronteras cuando se trata de tender la mano.

Hay ejemplos maravillosos de hermanas que cruzan «sus fronteras» para ayudar:

– Las hermanas de la India han ofrecido un servicio de ayuda en línea que llega a grandes partes de Asia y África.

– Un Fondo Covid establecido por la UISG –apoyado por varias Fundaciones y por hermanas de todo el mundo– ha alcanzado casi un millón de dólares y ha sido distribuido, hasta la fecha, en Europa, Amazonia, África Occidental y Sudáfrica. Oriente Medio y algunos países de Asia.

– En Brasil, hermanas de diferentes congregaciones han creado equipos para viajar a las zonas más pobres y remotas para ayudar con atención sanitaria y pastoral a personas sin recursos.

– La propia UISG ha ofrecido más de 40 seminarios Web durante este tiempo de Covid para vincular a las hermanas de todo el mundo sobre diversos temas, para que podamos reflexionar juntas a través de nuestras congregaciones y nuestras culturas y preguntarnos «qué más nos está pidiendo Dios en este momento».

– Hemos rezado juntas en línea por aquellos que han muerto.

Hemos aprendido que tenemos que contrarrestar el aumento de la xenofobia y el miedo educando a las personas sobre la necesidad de reunirse y satisfacer las necesidades de toda la humanidad en un momento de crisis. Esto es lo que significa ser «prójimo de los demás» como nos pide el Evangelio. También hay una gran necesidad de educarnos a nosotras mismas y a todos sobre la teología de la interculturalidad para que aprendamos a crecer en la apreciación mutua y en la capacidad para dejarnos transformar por «el otro».

Vuelve a estar de actualidad la instrucción «Mutuae relationes», según Usted, ¿dónde nos encontramos? ¿Habrá pronto un nuevo instrumento que las dinamice?

Sabemos que hay un documento en preparación para reemplazar Mutuae relationes. Hemos participado en la consulta durante su preparación y ahora estamos esperando el documento.  En este momento de gran necesidad en todo el mundo, la necesidad de crear y fortalecer el diálogo y la colaboración en todos los niveles dentro de la Iglesia es más necesaria que nunca. El papa Francisco ha destacado la importancia del discernimiento individual y eclesial y el proceso de sinodalidad para la Iglesia. Para el Papa  la sinodalidad es un estilo, es una forma de caminar juntos, y ha dicho que «esto es lo que el Señor espera de la Iglesia del tercer milenio». Esperemos, por tanto, que el discernimiento comunitario y la sinodalidad se enfaticen en el nuevo documento.

¿Necesitamos nuevas estructuras eclesiales que favorezcan la participación de las consagradas?

Durante estos últimos años un creciente número de religiosas han sido nombradas para formar parte de los consejos de diferentes Dicasterios Vaticanos, Consejos Pontificios y Comisiones, para roles dentro de los Dicasterios, como consultoras de la Oficina Sinodal, etc. Las mujeres laicas también han sido nombradas para roles y oficinas similares. Además la UISG ha sido invitada a nombrar a un número cada vez mayor de hermanas para participar en los últimos tres Sínodos. Estos son importantes pasos adelante ya que la presencia de la voz de las mujeres es esencial para el tipo de Iglesia sinodal discerniente a la que el papa Francisco nos está llamando. En lugar de comenzar con la creación de nuevas estructuras eclesiales –aunque éstas vendrán necesariamente–,  es necesario transformar los procesos de consulta, diálogo y discernimiento para conocer la llamada de Dios a la Iglesia en el mundo de hoy. Este tipo de participación exigirá una escucha humilde y respetuosa más profunda por parte de todos: mujeres y hombres, jóvenes y ancianos, laicos, religiosos y clérigos de una amplia variedad de culturas. Exigirá una contemplación orante de lo que escuchamos unos de otros y una apertura para entender al otro sin prejuicios, buscando juntos la inspiración del Espíritu.

¿Qué es lo que facilita la verdadera comunión de los «dones jerárquicos y carismáticos» en la Iglesia?

Este tipo de escucha e intercambio abierto y contemplativo, ya descrito, es la clave de la verdadera comunión. Cuando los dones jerárquicos y carismáticos de la Iglesia se reúnan en un diálogo respetuoso y mutuo, surgirá una comunión que creará una unión más profunda en medio de la diversidad –que es un don–. Cuantas más oportunidades se creen para este tipo de diálogo en todos los niveles de la Iglesia –parroquial, diocesano, nacional y universal– más podremos dar testimonio del misterio de la Trinidad.  Si somos creados a imagen y semejanza de Dios, que es comunión, estamos llamados a entendernos como seres en relación y estamos llamados a vivir nuestras relaciones interpersonales en solidaridad y amor mutuo.

 

¿Percibe que ha mejorado sensiblemente el papel de la mujer en la comunión de la Iglesia?

He visto cambios significativos durante estos últimos años. Sin embargo, cada vez más escucho a mujeres y algunos hombres pidiendo que la voz de las mujeres se incluya en los diversos niveles de la Iglesia donde se toman las decisiones. No se trata de buscar «poder», como se sugiere a veces, sino de un profundo deseo de contribuir a las reflexiones que se llevan a cabo sobre asuntos importantes que afectan a nuestra Iglesia y a nuestro mundo. Muchas mujeres de todo el mundo han recibido una buena formación teológica y tienen gran experiencia y necesitan ser incluidas en las reflexiones teológicas y prácticas que se están llevando a cabo. Cuanto más inclusiva sea la comunión, más rica y profunda será la búsqueda de la Verdad.

¿La vida consagrada ha entendido el clamor social a favor de la mujer? ¿Lo tiene en cuenta?

La vida consagrada femenina está en la vanguardia en cuanto a la aceptación del clamor de la mujer en todo el mundo en el contexto de muchas cuestiones sociales –trata de seres humanos, prostitución, mutilación genital femenina, falta de educación y atención de la salud, abuso y violencia contra las mujeres, las mujeres migrantes y sus hijos– la lista podría ser enorme. La mayoría de las congregaciones femeninas se centran especialmente en las necesidades de las mujeres. Sin embargo, el enfoque ha cambiado radicalmente a lo largo de los años y ahora se busca el empoderamiento de las mujeres sabiendo que cuando las mujeres prosperan, también lo hacen sus hijos, sus familias y sus pueblos y vecindarios. Diversas iniciativas para el empoderamiento de la mujer han permitido que las mujeres se eduquen, financien microproyectos, establezcan cooperativas, escapen de los traficantes, hablen de sus derechos y cuestionen las prácticas culturales y sociales que degradan o excluyen a las mujeres.

Cada vez más, la UISG, ayudará a llevar las voces de las hermanas y de las mujeres con las que colaboran a reuniones nacionales y mundiales en las que pueden hablar a quienes elaboran las políticas e inician los programas, especialmente los destinados a las mujeres y los niños.

En la UISG se ha prestado especial atención a las necesidades de las mujeres a través de la labor de:

– Talitha Kum: la red mundial de mujeres y hombres religiosos contra la trata de personas.

– Proyecto de Sicilia: un proyecto intercongregacional de ayuda a los migrantes y refugiados en Sicilia que presta especial atención a las necesidades de las mujeres y los niños.

– Catholic Care for Children International: una nueva iniciativa para promover el paso de los niños vulnerables de la atención institucional (orfanatos) a la atención basada en la familia o de tipo familiar.

– Violencia contra la mujer en los conflictos. La UISG organizó una serie de talleres en la República Democrática del Congo, Uganda y el sur de Sudán para abordar esta cuestión.

¿Qué podemos aportar los consagrados a la reconstrucción social? ¿Y a la reconstrucción eclesial?

Como personas consagradas podemos contribuir a la renovación social y eclesial hablando con valentía dondequiera que veamos la necesidad de cambio y renovación.

Debemos seguir buscando y pidiendo nuevas oportunidades para estar presentes en las reuniones y encuentros donde se toman decisiones. Esto requiere la construcción de relaciones de confianza y respeto para que haya una escucha genuina y un diálogo que busque lo que traerá «plenitud de vida» para cada persona dentro de la Iglesia y la sociedad.

¿Por qué la vida consagrada puede ser un camino de realización para una mujer joven que desde la fe quiera cambiar el mundo?

Solo puedo responder personalmente a esa pregunta. Si Dios llama a una joven (o a una no tan joven) a esta forma de vida, sé que como en cualquier otro camino de la vida habrá desafíos. Sin embargo, mi experiencia ha sido que con Jesús como constante compañero, te sientes llamada a responder de maneras que nunca te imaginaste. Se enriquecerán con muchas experiencias diferentes a lo largo del camino al vivir una vida de votos en comunidad que las pone al servicio del Reino de Dios. Como religiosos estamos llamados a ser el amor en el corazón del mundo. «Pero es en el dar cuando recibes» y en ese recibir de otros, es cuando eres cambiada o cambiado; transformada o transformado.

Finalmente, ¿qué hace que Patricia Murray sea una mujer esperanzada?

Como Hermanas de Loreto tomamos un lema de la Escritura cuando hacemos la profesión de votos perpetuos. Mi lema dice: «El Señor es la compasión y el amor: Él es mi fuerza y mi canción». Ese lema me recuerda diariamente que nunca estamos solos, que Dios está siempre presente, con nosotros, como personas y comunidades.

He visto el rostro compasivo y amoroso de Dios en la bondad de tanta gente, y lo busco diariamente en las calles, en los medios de comunicación, dondequiera que la gente se reúna.

Esto me da fuerza y una razón para esperar que juntos podamos construir una comunión mundial de solidaridad y amor; algo tan pequeño y, a la vez, tan «grande» como un grano de mostaza.