“El Islam no trata de imponer; invita a conocer. Ninguna religión puede fundamentarse en el odio o en la violencia, porque Dios es un Dios de paz y de amor”. Son frases literales pronunciadas, hace pocos días, por una mujer musulmana, en un acto público. Soy testigo de ello. Me parece oportuno recordar esta declaración ante los asesinatos cometidos ayer en París por un puñado de terroristas. Algunos testigos dicen que los asesinos dispararon al grito de “Alá es grande”. Si el Islam es una religión de paz y alguien utiliza el nombre de Alá para matar, la única conclusión lógica es que este terrorista profana el sagrado nombre de Alá. Y por tanto, sus propios correligionarios deberían ser los primeros en aclararlo y en condenarlo con todas sus fuerzas.
Los seres humanos hemos sido creados para la comunión. Pero a la vista de tantas muertes que, a lo largo de la historia, hemos provocado los unos y los otros, uno está tentado de pensar que el odio está instalado en lo más profundo del corazón humano. Me niego como cristiano y simplemente como ser humano a aceptar esta conclusión. Los humanos formamos una sola familia y estamos llamados a respetarnos unos a otros. Por eso, cuando ocurren actos tan abominables como los ocurridos en París el pasado viernes, es necesario proclamar muy fuerte que esto no es propio de la condición humana y, menos aún, de ninguna fe religiosa que se precie de tal. De ahí la necesidad de realizar algún gesto visible que nos mueva a creer en la bondad de la religión.
El gobierno de España ha propuesto que el lunes, a las doce, haya un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas. Yo sugiero que donde se reúnan cristianos, el silencio se rompa con una plegaria. Pero estos gestos, siendo importantes, no resultarán significativos ni llamativos. Por eso propongo otro gesto fuerte, sorprendente, llamativo, claro y visible, a saber: que en todas las mezquitas de Europa el próximo viernes (día de plegaria para los musulmanes) los imanes dirijan una oración a Alá por los muertos en Paris, y también para que Alá cambie el corazón de los que asesinan maldiciendo su nombre. Y que a esta oración inviten a todas las personas de buena voluntad que quieran compartir con ellos esta plegaria a Alá, Dios clemente y misericordioso.
La violencia no soluciona nada. Destruye todas las soluciones posibles. Quizás sea lo que pretenden esos terroristas que, por cierto, utilizan unas armas que es posible comprar en París. Por eso no soy nada optimista. Pero necesitamos gestos como este que propongo (que los imanes nos convoquen en sus mezquitas para rezar por los muertos) para creer los unos en los otros, para seguir confiando los unos en los otros, y eso tanto más cuanto que algunos buscan que nos convirtamos en lobos los unos de los otros.