Dice Jesús este domingo que «el que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará»
Perder para ganar, negarse para afirmar. Otra de las locuras de Jesús. Ante los posesivos de primera persona, ante las autoafirmaciones, ante mis proyectos y mi vida y mi voluntad, se levanta como un muro para muchos este «negarse» y este «perder». Ante la lógica del acumular y del aparecer la ilógica divina del derroche y del olvido. Ante el individualismo atroz y fagocitario ese cargar del día a día con una cruz que no es dolorismo voluntarista sino que es generosidad desbordante de una cruz común y nunca privativa.
Es un encontrarse más allá de uno mismo y en lo más profundo de uno mismo, en comunión con Aquel y aquellos que vamos formando, a lo largo de los siglos, la comunidad de los anhelantes, de los buscadores de un algo más que muchas veces es algo menos.
Ilógica de autoayuda o de autoafirmación, ampliación de los horizontes, descubrimiento de que lo esencial no está en lo que nosotros proyectamos sobre nuestro yo hinchado y hastiado. Felicidad, bienaventuranza, del olvido para el recuerdo y la memoria y la actualización y la compasión y el último en el banquete y del lavatorio de pies. Anamnesis, que es una palabra demasiado gruesa, para decir que es Otro el que se hace presente en nosotros y por nosotros, en un nosotros comunitario. Y un Otro que también es comunidad diferencia pero olvidada de ella misma y perdida para encontrarse en la locura de un amor que no puede tener más amor porque entregó su vida por sus hermanos. Olvido, pérdida, negación que es memoria solidaria, ganancia colmada sin gusanos y sin polilla y afirmación amorosa de uno mismo en los otros que son del Otro.
Lo felicito por sus comentarios y temas de actualidad, que pueden llegar a tod@s por los medios actuales de comunicación.